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OPINIÓN - MARTES, 10 DE JUNIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

La parcela de las sospechas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La parcela de la Manzana del Revellín es tan golosa que se ha convertido en motivo de discordia permanente entre políticos, sindicalistas, empresarios, y ciudadanos de los que andan siempre dispuestos a hacerse notar en cuanto les dicen que van a salir muchas veces y durante muchos días en los medios de comunicación.

Es una parcela que goza de una situación inmejorable. “Vale un Potosí”, dijo de ella un constructor muy conocido. Pero supo también adelantar acontecimientos en su día: “Estos terrenos generan riqueza pero también conflictos a raudales. Y seguro que serán muchos los que intenten forrarse con ellos. Aunque, salvo unos pocos, los demás saldrán trasquilados”. Profético el hombre.

La Manzana del Revellín lleva catorce años siendo la tentación de muchos políticos. La carne es débil. Y tendrían que estar hechos de una pasta especial como para que no se les fueran los ojos detrás de un lugar considerado un yacimiento de euros.

Según Francisco Márquez, consejero de Hacienda, los problemas de la parcela comenzaron con Juan Luis Aróstegui. Sí, cuando éste, siendo concejal, concedió la explotación del subsuelo de la parcela de la manzana. “Si ese hecho no se hubiera producido, asevera, Márquez, no estaríamos aquí hablando de los muchos problemas que está generando el proyecto de Alvaro Siza”.

Las palabras del consejero de Hacienda son atrevidas, pero pronto reconoce que el GIL fue el siguiente en participar de la explotación de lo que en el círculo de los constructores se denominaba el Potosí del Revellín. Y, claro, lío al canto... Como no podía ser menos.

Y es que los dirigentes del GIL tenían un concepto de la política muy utilitario: generar dinero de todo para repartir las ganancias entre unos pocos gestores. Ya que ellos, los dirigentes gilistas, presumían de ser grandes gestores y no políticos. Lo de ser político les parecía una actividad muy por debajo del enorme talento que ellos derrochaban administrando los bienes públicos.

Pedro Gordillo tampoco dudó, cuando tocaba, en recordarnos el tejemaneje que Aróstegui se traía con los bajos de la parcela del Revellín, allá cuando los noventa iban creciendo. Información que recibiría de su amigo Adolfo Espí. Porque éste sí que está al tanto de todo cuando ha venido aconteciendo con una manzana a la que Simarro le tiene un afecto extraordinario. Fue participar éste en conversaciones sobre ella y cambiarle su vida. Pues hasta esos momentos andaba el abogado debatiéndose entre la monotonía y la falta de interés por la buena vida de la cual le hablaban todos los días los ‘gilistas’ procedentes de Marbella. Hasta que abrió los ojos y se dio cuenta de que su futuro estaba al lado de los políticos populares, tan convencionales y tradicionalistas, y lejos de aquellos otros que sólo pensaban en beber, comer, y liarse con la vecina o el vecino del quinto.

Podríamos seguir enumerando situaciones propiciadas por la parcela de la Manzana del Revellín, que han terminado por convertirse en el “nudo gordiano” del Gobierno presidido por Juan Vivas. Y los problemas insolubles, la manzana casi lo es ya, se resuelven como hiciera Alejandro Magno en su día: cortando el famoso nudo con un espadazo de cojones. Por lo tanto, a ver si Vivas desenvaina la tizona y de un tajo hace trizas el nudo de la parcela de las sospechas. Antes de que sea demasiado tarde.
 

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