La parcela de la Manzana del
Revellín es tan golosa que se ha convertido en motivo de
discordia permanente entre políticos, sindicalistas,
empresarios, y ciudadanos de los que andan siempre
dispuestos a hacerse notar en cuanto les dicen que van a
salir muchas veces y durante muchos días en los medios de
comunicación.
Es una parcela que goza de una situación inmejorable. “Vale
un Potosí”, dijo de ella un constructor muy conocido. Pero
supo también adelantar acontecimientos en su día: “Estos
terrenos generan riqueza pero también conflictos a raudales.
Y seguro que serán muchos los que intenten forrarse con
ellos. Aunque, salvo unos pocos, los demás saldrán
trasquilados”. Profético el hombre.
La Manzana del Revellín lleva catorce años siendo la
tentación de muchos políticos. La carne es débil. Y tendrían
que estar hechos de una pasta especial como para que no se
les fueran los ojos detrás de un lugar considerado un
yacimiento de euros.
Según Francisco Márquez, consejero de Hacienda, los
problemas de la parcela comenzaron con Juan Luis
Aróstegui. Sí, cuando éste, siendo concejal, concedió la
explotación del subsuelo de la parcela de la manzana. “Si
ese hecho no se hubiera producido, asevera, Márquez, no
estaríamos aquí hablando de los muchos problemas que está
generando el proyecto de Alvaro Siza”.
Las palabras del consejero de Hacienda son atrevidas, pero
pronto reconoce que el GIL fue el siguiente en participar de
la explotación de lo que en el círculo de los constructores
se denominaba el Potosí del Revellín. Y, claro, lío al
canto... Como no podía ser menos.
Y es que los dirigentes del GIL tenían un concepto de la
política muy utilitario: generar dinero de todo para
repartir las ganancias entre unos pocos gestores. Ya que
ellos, los dirigentes gilistas, presumían de ser grandes
gestores y no políticos. Lo de ser político les parecía una
actividad muy por debajo del enorme talento que ellos
derrochaban administrando los bienes públicos.
Pedro Gordillo tampoco dudó, cuando tocaba, en
recordarnos el tejemaneje que Aróstegui se traía con los
bajos de la parcela del Revellín, allá cuando los noventa
iban creciendo. Información que recibiría de su amigo
Adolfo Espí. Porque éste sí que está al tanto de todo
cuando ha venido aconteciendo con una manzana a la que
Simarro le tiene un afecto extraordinario. Fue
participar éste en conversaciones sobre ella y cambiarle su
vida. Pues hasta esos momentos andaba el abogado
debatiéndose entre la monotonía y la falta de interés por la
buena vida de la cual le hablaban todos los días los
‘gilistas’ procedentes de Marbella. Hasta que abrió los ojos
y se dio cuenta de que su futuro estaba al lado de los
políticos populares, tan convencionales y tradicionalistas,
y lejos de aquellos otros que sólo pensaban en beber, comer,
y liarse con la vecina o el vecino del quinto.
Podríamos seguir enumerando situaciones propiciadas por la
parcela de la Manzana del Revellín, que han terminado por
convertirse en el “nudo gordiano” del Gobierno presidido por
Juan Vivas. Y los problemas insolubles, la manzana
casi lo es ya, se resuelven como hiciera Alejandro Magno
en su día: cortando el famoso nudo con un espadazo de
cojones. Por lo tanto, a ver si Vivas desenvaina la tizona y
de un tajo hace trizas el nudo de la parcela de las
sospechas. Antes de que sea demasiado tarde.
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