Apurando al límite el plazo
establecido en el caso de los socialistas y haciendo un uso
inteligente de su capacidad como fuente de información la
coalición UDCE-IU, los dos grupos de la oposición en la
Asamblea presentaron ayer públicamente sus
sugerencias-alegaciones al avance de revisión y adaptación
del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de la ciudad
autónoma, un documento que es “un punto de partida”, según
lo ha descrito el propio consejero de Fomento, Juan Manuel
Doncel, y que ha superado su periodo de exposición pública
enriquecido por las valiosas aportaciones no sólo de los
partidos políticos, sino también de entidades como Septem
Nostra que han dedicado un tiempo precioso a un conjunto de
aportaciones nada desdeñable. Más o menos, aunque tal vez
con un cariz menos técnico y más político, en el caso de los
de Mohamed Ali, y concreto, en el del grupo que lidera
Inmaculada Ramírez, la oposición ha cumplido esta vez sí el
trámite a la altura de las expectativas. Si en muchos Plenos
se echa en falta un trabajo más concienzudo en lo que a la
labor de control, oposición y propuesta al Gobierno se
refiere, en esta ocasión ambos partidos han sabido resumir
sin inflar sus alternativas y, lo que es más importante,
ponerlas sobre la mesa sin reducir sus oposiciones a una
mera crítica sin contrapropuesta. Hechos sus deberes, ahora
le toca al consejero de Fomento y al Ejecutivo de la Ciudad
Autónoma que preside Juan Vivas en general el demostrar que
efectivamente encaran el largo proceso por delante sin
empecinamientos y con una clara disposición al diálogo,
compromiso que hasta el momento incluso sus adversarios más
enconados, los conservacionistas de Ecologistas en Acción,
han valorado y aceptado hasta el momento. Si los que están
en el poder son capaces de dar la flexibilidad necesaria a
sus posiciones para llegar a acuerdos y la oposición
evidencia la misma capacidad para la crítica constructiva y
los consensos el PGOU será, sin duda, el documento que Ceuta
necesita.
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