Hablaba el presidente de la Ciudad
de la Manzana del Revellín -qué horror y qué hartura de
obra-, rodeado de periodistas, cuando cayó en la cuenta de
que hoy juega la Asociación Deportiva Ceuta y que ello
acapara toda la atención del momento. En realidad, Juan
Vivas dijo lo que es una verdad incuestionable: el
partido frente al Gerona ayuda a “distraer la atención”. Y
no hay más cera que la que arde.
Puesto que en la ciudad no se habla más que de ese
acontecimiento. Hablan de él los aficionados y los que no lo
son. Se suceden los comentarios y todos los medios recuerdan
aquel partido frente al Gerona, la historia se repite, en la
temporada 79-80, cuando un gol de Almagro valió un
ascenso.
Está en juego una vez más la posibilidad de que Ceuta tenga
un equipo en Segunda División A. Una situación a la que se
llega teniendo buen equipo. Y el equipo local lo es. Pero se
necesita también que la suerte, en varias versiones, ponga
de su parte. En esta ocasión, se cree que la Diosa Fortuna,
siempre veleidosa, se aliará con los ceutíes. Es lo que se
deduce de las declaraciones de los protagonistas y de la fe
que flota en el ambiente.
Un ambiente de fiesta grande. Premonitorio de que, al fin,
se va a conseguir ese logro que con tanto ahínco se
persiguió durante varias temporadas. Aunque con escasa
suerte. Mejor dicho: con toda la mala suerte del mundo en
contra. Se supone que, en aquellos años, no tocaba ascender.
Vaya usted a saber cuáles eran los motivos. Cosas de la
vida...
Dejemos lo pasado y centrémonos en el presente que es lo que
cuenta. Y lo que cuenta para los ciudadanos, sean o no
aficionados al fútbol, es que en el Alfonso Murube el Ceuta
debe obtener el primer triunfo de la eliminatoria. Lo demás,
es decir, lo que digan en estos momentos los políticos, sean
de la cuerda que sean, carece de importancia para mucha
gente que tiene puesto sus cinco sentidos en lo que ocurra
entre ceutíes y gerundenses. Y así estará hasta que concluya
todo en tierras catalanas.
Y es algo que debieran entender quienes se dedican a la cosa
pública. Porque no son días para que Inmaculada Ramírez
y Mohamed Alí les canten las cuarenta al Gobierno de
la Ciudad. Por más razón que lleven y por más que tengan
asumido que muchas de las actuaciones tomadas por quienes
tienen mayoría absoluta son calcadas a las del gobierno de
un GIL presidido en su día por un Sampietro mollejón.
O sea, un tipo flojo y débil de genio. Y es así, sin duda,
porque nada de lo que digan tendrá resonancia en la ciudad,
en estos momentos.
En momentos así, cuando lo que prima es el espectáculo del
fútbol, y sobre todo cuando se busca un ascenso a una
categoría que permite a las ciudades representadas una gran
participación en el panorama nacional televisivo, lo que
tienen que hacer los políticos es estar todo el día haciendo
declaraciones relacionadas con el acontecimiento que
procede. Apuntándose tantos. Incluso sin miedo a que salga
Aróstegui, el último de la fila, clamando contra quienes
entretienen a los ciudadanos con el famoso dicho romano de
Pan y circo. Así le va...: que no es votado ni en su casa.
Todo lo contrario a Vivas. Quien, desde hace varias semanas,
está viviendo intensamente todo cuanto acontece alrededor
del equipo. Y, desde luego, si el Ceuta asciende, lo va a
vender como el hecho más destacado de su trayectoria
política. Él sí que sabe...
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