No debe haber mucho consuelo cuando lo que se va es la vida
de sólo un niño que se nos ha escapado con su inocencia
intacta mientras jugaba [que iba a a hacer si no] al fútbol
después de una jornada escolar; una de las últimas antes de
afrontar ese magnífico verano que, seguramente el pequeño
Mohamed imaginaba con playa, sol y mucho tiempo libre para
seguir jugando y creciendo.
Una maldita hora, la confluencia de acontecimientos
imprudentes en el momento diabolicamente oportuno, nos priva
de haber visto a Mohamed crecer en su barrio entre los
suyos. Rota la madre, el padre, la familia y sus vecinos,
ayer a las 15’30 horas una doliente comitiva partía desde la
casa de Mohamed hasta el escenario de paz donde descansan
los justos y los limpios de corazón.
Acompañados por numerosos vecinos, la familia estuvo
arropada también por el director provincial del MEC, Juan
José León, por el director del centro Reina Sofía donde
estudiaba el pequeño, por varios de los profesores y por
muchos de sus compañeros de aula, de recreo, de juegos.
En manos de Alá descansa ahora Mohamed Said. Su inocencia
será recompensada con una eternidad de juegos al lado del
más grande.
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