Angel Muñoz Tinoco me llama
para decirme que el delegado del Gobierno visitará las
instalaciones de este periódico a las siete de la tarde. El
telefonazo del gerente se produjo durante el mediodía del
miércoles pasado. Él sabe el mucho trabajo que a mí me
cuesta salir de casa por la tarde. Pero confía en que yo no
falte a la cita.
Quince minutos antes del horario previsto para que José
Fernández Chacón hiciera su entrada en la sede de ‘El
Pueblo de Ceuta’, me encontraba en ella para dar la
bienvenida a una persona que conocía por las fotografías que
se habían publicado de él. Aunque es verdad que me habían
dicho, quienes habían tenido la oportunidad de charlar con
el utrerano, que éste rezumaba cordialidad.
Llegó Fernández Chacón a la planta principal, tras haber
recorrido la baja, y en cuanto me vio lo primero que hizo es
decirme que estaba deseando conocerme en persona. Y pensé,
en ese mismo instante, que es más fácil ser agradable que
desagradable. De ahí que en un santiamén pudiera apreciar
que el delegado del Gobierno es persona afable y expresiva,
y que habla mirando a los ojos sin causar la menor molestia.
Fernández Chacón se declaró lector mío desde que estaba en
Melilla, un bonito cumplido. Y los cumplidos, lo he dicho ya
en otra ocasión, son agradables por más que carezcan de
emoción. En apenas unos minutos, y en vista de que el hombre
me seguía preguntando como si me conociera de toda la vida,
le dije que me gustaba la lectura y el toreo de los
clásicos; el fútbol de contraataque; la vida que llevo, y la
colaboración que vengo prestando a este periódico, entre
otras cosas más.
Fueron unos minutos de charla donde pude apreciar que el
delegado del Gobierno domina las distancias cortas. Sabe el
terreno que pisa y transmite sosiego suficiente como para
que su interlocutor adquiera la confianza precisa para
abrirse y contarle lo que venga al caso. En realidad, se le
nota que está placeado y hace uso de ello con distinción.
Ojalá que también le acompañe la firmeza cuando lo exijan
las circunstancias.
Pues bien, en cuanto nos despedimos, me quedé pegando la
hebra con sus asesores: José Antonio Carracao, José María
Mas, y el jefe de Gabinete, Sergio Moreno.
Mientras el delegado, acompañado por el editor, José
Antonio Muñoz, y Rocío Abad, jefa de prensa de la
Delegación del Gobierno, continuaba su recorrido por las
extraordinarias instalaciones.
Y debo decir que nos reímos un rato. Y hasta tuvimos tiempo
de reconocer que no es fácil ser delegado del Gobierno en
esta ciudad. Si bien estuvimos de acuerdo en que serlo
también ofrece otras satisfacciones de las que carecen los
demás delegados.
En fin, que ya me fue posible conocer al delegado del
Gobierno. Y debo decir que me ha causado una magnífica
impresión. Lo cual es peligroso. Puesto que no es bueno que
quienes escribimos nos dejemos engatusar por los políticos.
Menos mal que mis obligaciones en el medio no me obligan a
tener que tratar con Fernández Chacón. Y si lo veo será mera
casualidad. No obstante, seguiré sus actuaciones y estaré
siempre atento a opinar sobre ellas. Y, desde luego, jamás
le faltará la ayuda, modesta en todo caso, si su proceder,
en cualquier sentido, lo merece.
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