Con el mítico padre Casimiro
Rodríguez al frente, más de tres decenas de ex estudiantes
de la promoción del 68 del colegio de San Agustín se han
reunido nada menos que cuarenta años después para rememorar
aquellos años donde los casi sesenteros de hoy se
proyectaban en la educación, la cultura y el deporte.
Eran otros tiempos, pero siempre es agradable el reencuentro
para compartir las experiencias que el futuro les deparó en
función de las ilusiones o pretensiones que cada uno
dibujaba en su pensamiento cuando en aquel 1968, los hombres
de hoy, los niños de entonces, superaban levemente su
primera decena de años.
La iniciativa no sólo es plausible, sino también admirable.
Hablamos de ceutíes que en su mayoría amplia decidieron
permanecer aquí en su tierra y labrar su futuro y el de su
descendencia desde Ceuta.
Son los niños de aquel 68, impulsores de un cambio social
trascedente para el país y para Ceuta. Fueron los que
primero intentaron desperezarse en su juventud y los que
realizaron el primer tramo de la carrera hacia la
democracia; los que levantaron el estandarte de la libertad
desde unos firmes valores que enraizaron entre las paredes
del mágico centro escolar, en su patio, en sus aulas; algo
que les ha acompañado a lo largo de sus vidas.
Pues bien, en esta iniciativa que ha sido tan bien acogida
por la Ciudad, como todas las que buscan el propósito de
reunir a los ceutíes que compartieron ciudad y vivencias, el
presidente -que es coetáneo- los recibirá en el Salón del
Trono como Dios manda.
Hoy es un día de especial emoción para aquellos que se
reencuentran, porque unos marcharon, y otros porque aunque
se ‘tropiecen’ regularmente por las calles van a poder
rememorar la Ceuta de cuando eran niños y adolescentes. Toda
una experiencia emotiva que sirve para regenerar el espíritu
y comprobar cómo la vida ha encajado en cada uno de aquellos
pequeños del 68.
Enhorabuena por el reencuentro.
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