Ha sido un frenazo grande en esa
faceta de hacerse ricos con facilidad, como se han hecho,
todos aquellos que tocaron “ el ladrillo” desde la década de
los 70.
Pero ese frenazo ha pasado, también, a la parte más débil, a
los que ponían los ladrillos, preparaban el hormigón y
hacían todo lo que era necesarios para que los pisos fueran
una realidad. Ese frenazo ha ido dirigido especialmente a la
parte más necesitada, a los obreros, y muy especialmente se
va a notar en la disminución de esa mano de obra barata,
como estaba siendo el trabajo de muchos inmigrantes
sudamericanos.
El imperio del cemento y del ladrillo ha logrado que no
hubiera límites a la hora de construir, y que casi no
hubiera límites en el alza constante de los precios de todo
aquello que se construía.
Durante más de 25 años se ha transformado el perfil de las
costas, con edificaciones hasta la misma playa, y si había
ayuntamientos, que los hubo, sin escrúpulos, primaban los
ladrillos ante las playas.
Quienes hemos viajado de Algeciras a Málaga, a principios de
los años 80 y seguimos viajando ahora por esos mismos
lugares, nos damos cuenta de que aquello ya no es lo mismo,
que no son los mismos paisajes. La mayor parte de esos
terrenos se han adulterado y todo está construido.
Si damos un salto desde aquí hasta la cima de la Sierra de
Guadarrama, mirando hacia Madrid, nos damos cuenta de que,
de noche, son todo bombillas encendidas, sin 200 metros
libres, mientras que, de día, lo único que se vislumbra es
una nieblecilla que no deja ver más de 10 kilómetros con
claridad.
Eso mismo pasa, aunque sea a nivel inferior con los pueblos
que se han dado en llamar de turismo de fin de semana. En
torno a estos pueblos, el mío puede ser un ejemplo de ello,
han desaparecido huertas, prados, no se ha respetado el
casco urbano histórico en casi ninguna parte y lo único que
se ha pretendido, por parte de los que manejaban la
construcción, es hacer caja.
Con todo esto y con más ejemplos que podríamos poner,
tenemos que decir ¿Y ahora qué?. Pues ahora lo construido
ahí sigue, los que lograron comprar y pagar con dinero
barato tienen su casa, los que no llegaron a tiempo ven que,
lo que llamaban la casa del fin de semana, puede ser una
posesión más del banco o la caja de ahorros correspondiente
y que ese piso que ellos compraron con capricho, puede pasar
a manos de gentes que sin escrúpulos, y con la cartera
repleta, podrán comprar a bajo precio.
No es la situación más cómoda, la que vamos a tener si la
economía no se reorienta en otra dirección, porque hay que
ser realistas, las grandes empresas, cuando aquí hayan
agotado el filón desde el que engordaban su cartera de
resultados, tendrán medio mundo donde instalarse para hacer
lo que hacían aquí.
Con todo esto y hablando de Ceuta, porque es donde estamos,
el paro en nuestra ciudad ha aumentado en el mes de mayo,
pero de una forma que podemos considerar alarmante, con esos
171 parados más que en abril, lo que implica unas 700
personas afectadas por esta subida del paro que ha supuesto
un 2,33%.
Lo mismo o parecido que en Ceuta está sucediendo en el resto
del país, con varias comunidades que incluso han crecido más
en cuanto al número de personas sin trabajo. La situación
está así, porque no debemos ocultar que no hemos vivido con
los pies en el suelo, hemos preferido volar, sin haber
aprendido a andar.
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