Llegó a la ciudad, cual había
anunciado, un ex presidente que sigue siendo tonto,
vanidoso, charlatán, infantil, comeculos... Y lo hizo, como
estaba previsto, para presentar un libro y de paso para
ronear unas horas por las calles de esta tierra.
Antonio Sampietro pertenece a la clase de los tontos
con balcones a la calle (frase que tomo prestada del maestro
Antonio Burgos). Que son tontos, según insiste el
escritor sevillano, con pretensiones, que no tienen
conciencia de su estulticia y que se prestan a cualquier
cosa con tal de figurar y aparentar.
Los tontos no suelen ser ni buenos ni agradecidos. Y además
ni perdonan ni olvidan. En este caso, Sampietro ha venido a
ajustar cuentas, porque un buen día tuvo que salir de naja
de esta ciudad. Y ha arremetido contra unos y otros.
Convertido en charlatán, una especie de vendedor de
indulgencias para solventar su crisis económica, el Bon
Vivant catalán dijo que le da “pena” que los ceutíes
tengan “un presidente así”, claro ataque a Juan Vivas.
Y se quedó tan pancho.
Luego se ensañó con el padre de Susana Bermúdez. Y es
que éste, más conocido por el sobrenombre de El Trotski,
jamás creyó que su hija se hubiera pasado del PSOE al GIL
porque así lo quiso la Virgen de África. Un hombre tan de la
calle, y apodado así, cómo coño iba a tragarse la trola
milagrera de la que no dejaba de hablar el infantil
Sampietro. Y terminó por convertirse en una mosca cojonera
que repetía a cada paso el consabido de lo mío qué... Como
premio a los consejos que él le había dado a su hija más
querida, cuando ella estaba sumida un mar de confusiones.
Puesto que todo tránsfuga jamás podrá vivir tranquilo el
resto de sus días. ¿Verdad, Simarro y compañía?...
La vanidad le puede a Sampietro. Y por ello resaltó nuestro
hombre que la gente al verle pasear la calle se paró con él,
lo abrazó, lo besó, y le rogó encarecidamente que volviera a
presentarse en las próximas elecciones. Y que lo hiciera
bajo las siglas de una izquierda que acabase para siempre
con la bota opresora del Partido Popular.
Y Toni, reconocido playboy de piscinas catalanas en su
juventud, convertido ahora en un comeculos de muchos
quilates, atribuyó a “la fuerza de la Virgen de África el
que él hubiera podido convencer a la diputada socialista,
Susana Bermúdez, para que votase la moción de censura que le
iba a permitir desalojar a Jesús Fortes de la
presidencia. Precisamente a Fortes; un hijo amantísimo de la
Señora de esta tierra. Sampietro se hizo merecedor, en ese
instante, de una pedorreta. Pues ni siquiera a los tontos se
les debe permitir que jueguen con los sentimientos de
quienes tienen a la Virgen por Madre y Señora.
Eso sí, Sampietro, tonto con balcón a la calle, tuvo un
gesto que le honra, al declarar que la moción de censura le
cogió distraído. Y tanto... Estaba el pobrecito mío tan
satisfecho con todo lo que le hacía y decía Aida Piedra
que terminó siendo el último en enterarse de que ésta se la
estaba pegando con... Vivas. A él, tan emprendedor y machote
en tierras cubanas, la niña Aida le metió la espada por el
hoyo de las agujas. Y es que ella sabía muy bien que
Sampietro era mollejón. O sea: un tipo muy flojo y tan débil
de genio que terminaría llevando una vida sedentaria y
triste. Y, claro, lo traicionó. Toni, desde entonces, no ha
dejado de cantar tangos.
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