Es posible que haya sido por la
“herencia” que recibí de mi padre, en el ámbito del juego,
por lo que es una faceta, cada día más extendida, que no se
adaptó jamás a mis categorías.
Debo decir que, de niño, como ocurre con casi todos los
chavales, me gustaba jugar y cuanto más tiempo mejor, pero
eso era otro tipo de juego, no los que voy a tratar de
valorar hoy.
Y es que me sorprendió el pasado domingo un pequeño recuadro
en El Pueblo de Ceuta, en el que se daban unas cifras
escalofriantes en cuanto al juego, aquí en Ceuta, que por
otra parte no creo que sean superiores, a las que se dan en
buena parte de la geografía española.
En ese pequeño recuadro, se hablaba de 52 millones de € que
los ceutíes habían gastado en juegos de azar en el año 2006.
Repito que la cifra, teniendo en cuenta la población ceutí
me parece muy elevada y, especialmente, pienso que ese
dinero del juego, que también paga sus impuestos, no lo
olvidemos, invertido en otros menesteres podría haber sido
mucho más rentable a Ceuta.
La cifra aportada por nuestro periódico no es invento de la
propia casa, sino que está recogida del Anuario Estadístico
de España 2008, por lo que, aunque con alguna reserva,
debemos considerarla válida.
Haciendo cábalas, cuando empiezas a ver la relación de los
juegos que aparecen en el espectro lúdico, ya te extraña un
poco menos cualquier cantidad que se dé.
De momento se empiezan haciendo una serie de distinciones,
como son los juegos de gestión privada y frente a ellos los
de la Administración General del Estado.
Así, pues, gastaron los ceutíes una parte de su dinero: en
la ONCE se nos dice que hubo un movimiento de cuatro
millones de €, lo que implica casi 700 millones de las
antiguas pesetas, y unos dos millones por día.
Aunque estemos hablando de juegos, esto no es, precisamente,
un juego de niños, ni mucho menos.
Luego en casinos, bingos y máquinas tragaperras se
invirtieron, o se sacaron del bolsillo, que no es lo mismo,
y para ser más concretos 38 millones, con lo que está claro
por qué ciertas personas, que en su día invirtieron unas
pesetas en comprar tres o cuatro maquinitas, se hicieron de
oro, en poco tiempo. Las cifras, repito, son aterradoras y
más aterrador es el hecho de que, en múltiples ocasiones,
personas que iban al mercado, atraídos por la musiquilla de
la máquina y por los llamativos colores, han vuelto a casa,
sin dinero y con la bolsa vacía.
Debo repetir que es juego legal, que paga sus impuestos y
que una parte va para Hacienda, pero debo criticar que con
esas actividades totalmente legales se ha logrado, a veces,
que hubiera personas que pasaron del trabajo al juego, casi
sin sentarse a la mesa con su familia.
Y como la esperanza de hacerse rico uno, casi sin trabajar,
es atractiva, pues ahí están además de los juegos citados,
también, la Lotería Nacional, Primitiva, Bono Loto,
Quinielas y todo aquello que se va uniendo a cada paso.
Mi opinión y consejo es:”juegos sí, los que sean precisos,
pero después de llenar la cesta de la compra, y después de
atender las necesidades familiares y particulares, porque lo
contrario es caer en esa ludopatía que tanto daño ha hecho a
muchas familias”.
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