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OPINIÓN - LUNES, 2 DE JUNIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Feria del libro
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Un buen final de mayo, con algo que debiera darse en más de una ocasión cada año, pero que se ha elegido una de las mejores épocas, por cuanto, ya cerca de las vacaciones, es el momento ideal para elegir aquello que te puede entretener en el tiempo libre.

Las ferias, desde muchos siglos atrás, han representado un movimiento de exhibición de aquello que se tenía y se quería mostrar por si alguien tenía la intención de comprarlo.

Lugares célebres por sus ferias, han sido lugares en los que ha corrido el dinero, y en los que ha habido múltiples contactos de gentes de diversos credos, nacionalidades y culturas. En una feria había algo más que unos productos.

Medina del Campo, por ejemplo, representó algo importante en tiempos ya lejanos, y de aquello hoy nos queda su enclave, en un cruce de caminos en el que cada vez confluyen menos rutas, por haberse entrecruzado otros intereses ajenos a los que habían nacido de la feria.

En la actualidad, cuando las ferias de ganados casi han pasado a mejor vida y se han reducido a simples y meras exposiciones, no siempre a tono con lo que hubo, las gentes agudizan un poco más su ingenio y tratan de crear nuevas ferias, precisamente en las épocas en las que el movimiento de las gentes sería menor. Hay que atraer personal a las ciudades menos visitadas, o que se van quedando atrás.

En la primera semana de mayo hubo en Trujillo la feria del queso, con exposición, degustación y, naturalmente, venta de ese producto artesanal extremeño que las administraciones han ido reduciendo a la mínima expresión con unas exigencias y controles que luego no suelen aplicar en otros productos venidos de fuera.

A pesar de estas trabas de controles, la feria fue un éxito. ¡Faltaría más!.

Una semana más tarde, otra localidad extremeña, Jerez de los Caballeros, celebraba su feria del jamón, haciéndola “casi” coincidir con la que en tiempos pasados fue la de venta de ganado. El éxito fue grande porque ahí hay materia prima y en eso, de momento, las administraciones no pueden poner pegas aunque el ganadero o el “matanchín” tuviera en su día la camisa rota.

Dos ferias, pues, exponiendo cada una de ellas sus productos.

Y la del libro ¿Exponiendo los productos de qué lugar?. Afortunadamente un libro se puede escribir en una gran ciudad, en un pequeño pueblo o a la sombra de una encina, en pleno campo, con lo que la feria del libro puede coincidir y ha coincidido, en su comienzo, en varios sitios, como Madrid o Ceuta, por ejemplo.

Aquí, en Ceuta, pueden exponerse los mismos productos que en Madrid, y se pueden “degustar” y al mismo precio los productos que haya en Santiago de Compostela o en Salamanca, ambas ciudades universitarias.

Para estas ferias lo único que hace falta es tener ganas de leer, tener ideas claras de lo que quiero, de lo que me gusta y de aquello que es bueno de verdad.

Afortunadamente, a pesar de que hay otros tipos de entretenimientos, más fáciles y más baratos – porque los libros son caros – cada día se lee más, especialmente por parte de quienes siempre leyeron, los otros no cuentan, no quieren o no saben por donde van las líneas actuales.

Buena elección hubo este año en el lugar, la Plaza de los Reyes, cuando menos es un lugar cómodo para ver lo que se expone.
 

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