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OPINIÓN - LUNES, 2 DE JUNIO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Las FAR marroquíes y la amenaza islamista (IV)
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

A principios de 2003, adelantaba en mi columna “Dar Riffien” el robo de munición y armamento ligero (al menos siete “kalashnikov”) del polvorín de la 15 Cia. de Artillería con sede en Taza, acción que encendió la luz de alarma y en la que se vieron implicados diez militares. Ya en “El Pueblo” comentaba la desaparición en febrero de 2005 de dos armas contracarro del polvorín de Ain Harrouda así como, en julio del mismo año, de productos para la fabricación de explosivos del puerto de Casablanca. En varias ocasiones y desde hace tiempo llamé la atención sobre la desestabilizadora y sutil “iranización”, recuérdese el proceso de caída del “Shá” Rezha Palevi, de las fuerzas armadas marroquíes (vía salafista o adlilista, muy activa con la tropa acuartelada en Rabat y Fez) sobre todo entre los 160.000 militares (más del 50% del efectivo total) destinados en el Sáhara así como en las militarizadas “Fuerzas Auxiliares”, dependientes del ministerio del Interior, gravísimo problema ahora asumido y que reconoció públicamente el propio Mohamed VI durante el pasado 52 aniversario de las FAR. Esta deriva islamista propició en febrero de 2005 que un civil próximo al Rey, Mohamed Yassine Mansouri, se pusiera a la cabeza de los servicios de contraespionaje de la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED) y, en agosto de 2006, la supresión del servicio militar obligatorio como medida preventiva ante la marea de infiltración. En junio de 2003 y junio de 2006, centenares de soldados en Missour (provincia de Fez-Boumalne) y Kasba Tadla (provincia de Beni Mellal) protestaban públicamente por sus condiciones de trabajo y en agosto de ese año se desmantelaba una célula terrorista dentro de la 1ª Base Aérea de las Fuerzas Reales (BAFRA) de Salé, seguido del “affaire” de la célula “Ansar Al Mahdi” en la que estaban integrados varios militares. Previo al último aniversario de las FAR, el 14 de mayo, unos treinta oficiales, simpatizantes del movimiento islamista alegal “Justicia y Espiritualidad” (jerárquicamente estructurado, al modo castrense), habrían sido drásticamente depurados en el ejército de tierra y de aire, así como en la marina, en otra purga más selectiva que en la primavera de 2003, cuando fueron expulsados cientos de militares, entre ellos 89 suboficiales pero apenas un puñado de altos mandos.

El control de las infiltraciones en las fuerzas armadas es competencia del “5º Bureau” (el 2º Bureau evalúa más bien a sus vecinos españoles y argelinos), al mando desde agosto de 2006 del coronel-mayor de la Gendarmería Real Mohamed Maïch, quien responde directamente ante el Inspector del Ejército, el general Abdelaziz Bennani, militar de la vieja guardia y que, junto al general Benslimane, permanecen en servicio activo al igual que la “bestia negra” del islamismo marroquí (insurgente, alegal y político), el general Hamido Laânagri, otro veterano de la época de Hassan II.

Parece que la cúpula marroquí analizaría en detalle la evolución de las fuerzas armadas en Irán (antes del golpe de Jomeini), Egipto (recuerden el asesinato de Sadat) y Argelia, que aun padece los coletazos de una cruel guerra civil. Las FAR marroquíes se abocan a una nueva época, preñada de incertidumbres. ¿Qué pasará si llegan a desmovilizarse los efectivos del Sáhara Occidental…?
 

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