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OPINIÓN - SÁBADO, 31 DE MAYO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Cafetín Musical nº 48, Benzú
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Ya cayendo la tarde y después de atravesar una cortina de lluvia entre Tetuán y Tánger, una parada técnica a la entrada de Asilah en el oasis-café Tafernout (ambiente cuidado y moderno, con un toque de elegancia) me permite ordenar estas líneas que tomé ayer, a vuela pluma, mientras la sombra de la noche se apoderaba del Estrecho en un rumboso establecimiento, cargado de recuerdos y solera, en ese bello y aun apartado rincón de esta tierra todavía respetado por el implacable avance del urbanismo descontrolado que amenaza con engullir la esencia de la vieja y entrañable Ceuta.

Con la ventanuca abierta y acariciado por la brisa marina saboreaba el té de siempre mientras su actual titular, Hamed Laker popularmente conocido como “El Rubio”, me iba desgranando jirones de una historia que a medias conocía, si bien disfruté por primera vez de la hospitalidad del establecimiento en enero de 1972, en camaradería con el entonces cabo Alejandro Zamacola (fallecido el pasado verano con el grado de capitán de escala legionaria) y un joven teniente Torres, hoy general. Volví a reencontrarme con el cafetín en 1975 y 1989, pero fue sobre todo durante el verano de 1995 cuando, a su sombra, devoré unos cuantos libros y garabateé centenares de cuartillas mientras el bueno de Hamid, actualmente trabajador en la gasolinera frente a la playa de El Chorrillo, me acercaba más de un tradicional té y sabrosos “pinchitos” con los que disfrutaba de una frugal cena antes de emprender la vuelta, melancólico, a mi solitario hogar en Marruecos por una frontera más fluida que durante el día.

“El agua para el té la traemos de un manantial”, me explicaba “El Rubio” mientras, expresivamente, pasaba revista a lo que fue el establecimiento levantado por sus padres (él, tangerino y ella del cercano wadi Marsa) en 1952. Desde los dibujos que alegraron sus paredes pintados a principios de la década de los setenta (cuando yo lo conocí aun no estaban y el patio lucía al aire libre) por tres jóvenes pintores (Jordi, Álvaro y Jacinto) que prestaban en la ciudad el servicio militar (“también colaboró una sueca, Ana”, recuerda Hamed), hasta los conciertos de rock que hicieron vibrar sus cimientos entre los años setenta y ochenta. “Por aquí disfrutó incluso parte de su noviazgo Juan Vivas quien, no hace mucho, me prometió que iba a remozar un poco el entorno y vallar la explanada, no vaya un día a caerse un coche al mar”, recuerda de pronto Hamed. “Pues no te preocupes amigo, que si Vivas lo prometió, cumplirá. “¿Sabes que hace ahora trece meses tuve el honor de que Vivas celebrara mi boda…? Te lo digo, Hamed, porque después con mi familia española y marroquí acabamos aquí, en tu cafetín musical, saboreando un té”. Hamed se acuerda, vaya que sí…. Remato la faena y corro a mandar un correo a “El Pueblo”, para que ustedes amigos se entretengan hoy con ésta columna. Si están en Ceuta no dejen de acercarse por Benzú; el atardecer en el Estrecho es siempre un espectáculo. Pago y echo números: el zumo de naranja 14 dirhams, dos kilos de higos que compramos por el camino (a mí suegro de Casablanca le encantan) 20 dirhams y llenar con 71 litros de gasoil el depósito, 523 dirhams. ¿Que a cómo está el cambio?: 1 euro 10,30 dirhams. ¡Alláh bendiga Marruecos!.
 

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