El delegado del Gobierno, José
Fernández Chacón, ha sido entrevistado por el director
de este periódico. Y, cuando le ha preguntado sobre Ceuta,
no ha dudado en responderle que la ve moderna; dinámica; y
parece que le ha encantado que sus ciudadanos hagan mucha
vida en sus calles. De las que ha destacado la limpieza que
ofrecen. Un cumplido en toda regla para Juan Vivas.
Los cumplidos carecen de emoción, sin duda; pero forman
parte de la cortesía entre autoridades que van a rivalizar
en un concurso público de buenos modos.
De buenos modos carecía, según sus enemigos, Jenaro
García- Arreciado. Y ayer me lo recordaba, en plena
calle, un destacado socialista, a quien la destitución del
onubense parece que le ha sabido a culminación del placer
sexual. Estaba el hombre que no cabía en sí de gozo. Incluso
se le notaba una mejora evidente en el cutis. Le faltó, tras
hacerme el artículo de Antonia María Palomo, gritar,
ante la figura de Sánchez-Prados, ¡hurra! por la ex
secretaria general. Estaba tan entusiasmado, que a punto
estuvo de dejarse llevar por la emoción.
De manera que ya sabemos, a ciencia cierta, las razones que
pusieron encima de la mesa de la ministra de
Administraciones Públicas, para que ésta le diera Puerta,
Camino y Mondeño a García-Arreciado. Más o
menos fue así el parte extendido por quienes mandan en el
PSOE de Ceuta: el delegado del gobierno carece de tacto y de
finura; se muestra incorrecto a cada paso, y pierde los
papeles ante la menor provocación. Su presencia en Ceuta es
contraproducente: ya que sus malos modos hacen que la figura
de Vivas, más cumplido que un luto alicantino y maestro en
no perder los estribos aunque lo estén quemando a fuego
lento, se revalorice aún más de lo que ya está, por medio de
las consabidas y odiosas comparaciones.
El siguiente paso de la ministra, lógicamente, fue preguntar
a Salvador de la Encina: “¿Tienes tú a la persona
indicada no sólo para sustituir a Jenaro sino capaz de
demostrar en Ceuta que puede competir en superficialidad con
el presidente de la Ciudad?”. Y, claro, De la Encina, que lo
había maquinado todo, llevaba ya el nombre de Fernández
Chacón en la punta de la lengua.
Así, más o menos, se fraguó el despido de un delegado y la
llegada de otro. Y el que ha arribado, Fernández Chacón, se
sabe de memoria que en los pueblos luminosos, donde la gente
vive en la calle muchas horas, y donde el mar tiende a
acallar las voces con su monótono flujo y reflujo, decir la
verdad es imposible; por nefanda o porque es inefable. Y esa
forma de ser no iba con el carácter de su antecesor. Ni
siquiera cuando erraba gravemente y hacía propósitos de la
enmienda. Pues no tenía sentido del valor de la hipocresía.
Existe un presidente, Vivas, que ésta hecho a la medida para
que la vida de la ciudad transcurra al ritmo que él impone.
Y tiene asumido que quien se le enfrente lo hace también con
la Casa Grande; y ésta influye omnímodamente. Prepárense,
pues, a presenciar cómo el delegado del Gobierno y el
presidente de la Ciudad irán cogidos de la mano. Eso sí: los
veremos competir en ver cuál de ellos destila más miel,
reparte más ditirambos, se fotografía con más niños, asiste
a más actos... A Juan Vivas, en ese menester, no le ha
ganado nunca nadie. Por lo tanto, difícil lo tiene Fernández
Chacón.
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