El día que el Ceuta se enfrentaba
al Lorca, Sergio Moreno me presentó al nuevo delegado del
Gobierno, José Fernández Chacón, con el que estuve
departiendo unos minutos hasta que por aquello del
protocolo, se tuvo que marchar para atender a otras personas
interesadas en conocerlo.
La primera impresión que me dio, Fernández Chacón, en los
minutos que estuvimos departiendo, era la de un hombre
deseoso de aprender, cuantos antes, todo lo concerniente a
esta tierra, sus gentes sus virtudes y sus defectos.
En este pueblo, porque Ceuta sigue siendo un pueblo, más que
una ciudad, a pesar de contar con más de setenta mil
habitantes, lo que en otras ciudades de España sería algo
sin la mayor importancia, aquí, eso mismo, se puede
magnificar. Ceuta por sus especiales características, valga
la frase, es diferente al resto de los pueblos y ciudades de
España. Somos así, no lo podemos remediar, es algo innato en
todos los que tuvimos la suerte de nacer en éste trozo de
España.
Por esas características especiales que nos adornan, que más
que defectos son virtudes, no puede uno cometer el más
mínimo error. Aquí un error que es, simplemente, un grano de
arena, se convierte en una enorme montaña.
Asesores muy preparados tiene usted a su servicio para, con
su conocimiento de esta tierra, evitar que pueda usted
cometer el mínimo error que, por otra parte, se podría
convertir en un error de bulto.
Aquí en esta tierra, de la que usted está aprendiendo a
pasos agigantados, no sé, ni me explico como sus asesores,
le han dejado cometer un error, que si en Madrid, Sevilla o
cualquier parte de España, no pasaría de ser una mera
anécdota, en Ceuta se convierte en un gran error.
Porque error o imprudencia ha sido, sin duda alguna,
pasearse por la ciudad con un editor que, a su vez, sigue
siendo el editor de la periodista que, más tarde o más
temprano, tendrá que volver a su lugar de origen. Y aquí
quiero que quede claro, el gran afecto que le tengo a Rocío
Abad y a su familia, a la que me une una buena amistad y sé,
positivamente, que su gran ética profesional le llevará a
realizar su trabajo sin dejar duda alguna sobre su labor al
frente del Gabinete de Prensa.
Pero ya le he dicho, Delegado, que por estos lares el
personal es muy susceptible y el menor movimiento es mirado
con lupa. Nunca debió usted aceptar dejarse ver con el
editor del periódico decano por las calles de nuestra
tierra.
La gente, señor Fernández Chacón, nada más verlo empiezan
hace cabalas e incluso, al verlos pasear, hasta pueden
sonreír pensando que son más listos que nadie, dando a
entender que sabían que esto ocurriría.
Le digo en serio, delegado, usted a primera vista, me cayó
bien. Y cuando alguien, por las razones que sean me cae
bien, me duele en el alma que cometan errores que son,
fácilmente, evitables.
En sus manos tiene el no cometer error alguno. Dicen que de
los errores se aprende.
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