Los de mi generación recordarán
seguramente aquellos tiempos en los que, ávidos de noticias,
escuchábamos alternativamente los boletines de Radio
Nacional de España versus Radio Pirenaica, procediendo luego
a una sencilla regla aritmética dividiendo la información
radiada por dos; o por tres. Como escribí en algún momento,
además de haber apurado una gozosa segunda juventud por
estas tierras magrebíes, en la evolución del sistema
marroquí (estrictamente no podemos hablar de “transición”,
pues no hay un cambio de régimen político) detecto ciertos
rasgos de “déja vu” que me retrotraen en el tiempo. El
último sería la desigual guerra de cifras con la que se ha
cerrado, por fortuna sin incidentes graves, la huelga
general lanzada el pasado día 21 por el histórico sindicato
izquierdista CDT (Confederación Democrática del Trabajo),
apoyada puntualmente como ya es tradicional por -no tuerzan
el morro, en España tenemos alianzas más antinatura- los
militantes de la islamista “Justicia y Espiritualidad”, el
mayor movimiento de masas del Maghreb, afiliados a esta
central sindical. El gobierno de Abbas El Fassi habla de un
pobre seguimiento, en torno al 2,3% mientras que Noubir
Amaoui, secretario general del sindicato, estima la
participación en un 60% insistiendo (quizás razón no le
falte) en que Marruecos estaría siendo gobernado por un
“gabinete en la sombra”. En todo caso y en cuanto a
estadísticas se refiere, algo no cuadra obviamente. ¿La
realidad?: dispar sin duda.
Por los datos contrastados hasta el momento puedo contarles
que la participación en la huelga fue muy desigual,
concentrándose principalmente en las grandes ciudades así
como en determinados sectores: “Royal Air Maroc”(con derivas
islamistas), metalurgia, sector del automóvil (Somata) y
refinería de petróleo (“Samir”). Permítanme comentarles un
interesante detalle “de campo”: durante la víspera, tanto
grandes superficies como supermercados de barrio y
minoristas vieron sus establecimientos literalmente
invadidos por multitud de ciudadanos que, visiblemente
inquietos, acudían en busca de provisiones… por si acaso;
¿Solo un síntoma?.
Tres observaciones finales: primero, el bajo encuadramiento
del sector laboral, con unas estructuras sindicales
obsoletas, escasamente movilizadoras y, sobre todo, carentes
de prestigio; segundo: pese al notable esfuerzo del régimen,
que destina una parte considerable de los recursos del país
al mantenimiento de los precios en el aprovisionamiento
energético y los productos de primera necesidad, no parece
que dada la coyuntura internacional pueda mantener esta
política por mucho tiempo; tercero: el 21 de mayo, el
gobierno y el sistema solo ha conseguido (que no es poco) …
ganar tiempo. Pero… ¿qué ocurrirá la próxima vez, sobre todo
si no se contienen los precios?. Insisto: el Reino de
Marruecos está avanzando en la senda del progreso pero sigue
sin emerger una clase media fuerte y estable, mientras se
ahonda la diferencia entre pobres y ricos (¡muy ricos!)
estructurándose, incluso regionalmente, un Marruecos
asimétrico de dos velocidades. ¿Puede el país continuar
mucho tiempo así….?. Francamente lo dudo. Marruecos necesita
profundos cambios estructurales y una pacífica “revolución
social”, planificada y pilotada desde el Makhzén. Esto… o el
caos.
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