Aunque el tiempo no lo recomienda,
no hemos podido dejar de acudir a una popularísima fiesta
leridana que ya va por su 29 edición. Se trata del “Aplec
del Cargol” (Reunión del caracol) y que se celebra
normalmente el mes de febrero pero que este año ha pasado al
mes de las flores.
La abundancia de stands de entidades culturales, deportivas,
recreativas y sociales apabullan al visitante, más aún
cuando sirven ingentes cantidades de caracoles asados y
acompañados del conocido vino del priorato.
Por pura casualidad me encontré en el Aplec a numerosos
políticos de peso en el panorama catalán, entre ellos al
presidente del PP catalán.
El presidente del PP catalán. Daniel Sirera, paseaba por el
recinto con el ceño fruncido más de la cuenta. No era para
menos si comprendemos que está siendo perseguido por una
cohorte de periodistas interesados en las posibles
declaraciones del político sobre la injerencia del cardenal
Rouco Varela acerca de la presidencia nacional de su
partido.
Hemos visto que el cardenal Rouco Varela, además de cardenal
es presidente del episcopado, ha propulsado a Jiménez
Losantos, al que acaba de renovar contrato con la Cope, ante
el disgusto del cardenal primado de Toledo que comenta “Me
parece una muy mala noticia esa lamentable decisión”.
Sabemos de sobra que el cardenal primado de Toledo, Antonio
Cañizares, es hombre de carácter recio y suele decir siempre
en voz alta lo que piensa y ello es una sorpresa para todos
por cuanto nunca antes había disentido públicamente de
Antonio María Rouco Varela.
Todo lo anterior, referido a los cardenales, está pasando en
la reunión que mantienen con el Papa y a la que asiste el
embajador español en el Vaticano.
El locutor Jiménez Losantos, de antigua pasión maoísta,
seduce y magnetiza a un segmento notable de la derecha
sociológica, sobre todo en Madrid, con la consiguiente
influencia en los avatares del PP. Desde el 9 de marzo, está
desarrollando una feroz campaña contra Mariano Rajoy. Le
flanquea, en perfecta y estudiada sintonía, el director del
diario El Mundo, que me parece se pasa de la raya soltando
amenazas contra el líder pepero.
Esto ha hecho que el presidente del PPC, mientras trataba de
sacar un buen pedazo de caracol de su carcasa, se decidiera
a soltar la perla que todos estaban esperando. Dijo
taxativamente: “Rouco Varela debería mantenerse radicalmente
al margen de los debates internos de los partidos políticos”
y dijo que quien debe “decidir la presidencia del PP son los
militantes y nadie más. Ni un medio de comunicación ni una
institución”. Para mí, los profesionales de la religión no
deben estar en política de ninguna de las maneras ni
alentar, siquiera, la involución.
Veamos qué declaran los políticos ceutíes del PP de éste
asunto. No tendrán más remedio que mojarse. Ahora se
presentará Esperanza Aguirre para hacerle la competencia al
gallego pontevedrés. Y eso que Rouco Varela también es
gallego, aunque de Lugo.
Mala suerte para Mariano Rajoy. Cuando manifestó asegurando
que no veía a ningún militante del PP como adversario, poco
podía esperar que fuera precisamente Esperanza Aguirre la
que diera ese paso.
En fin, mientras la política del PP se cuece en las
cacerolas de la sede de Génova, yo me dedico a zamparme
medio kilo de caracoles asados a fuego lento, acompañados de
sendas chuletas, y dejo de pensar en ellos, los peperos, por
un tiempo. Entretanto, llueve sobre mojado.
Solo pienso que cómo es posible que un locutor de radio y un
director de periódico traten de influir en la conducción del
país, despotricando contra todo aquello que les parece mal e
insistiendo infinidad de veces hasta comprometer el nombre
de la Iglesia. De ahí el disgusto de Antonio Cañizares que
estaba decidido a despedir al antiguo maoísta.
De momento estoy tranquilo. Mañana (por el lunes) saldré
para Ceuta y espero encontrar la ciudad tal como la dejé,
pero sin cacas de perro por las calles.
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