PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - LUNES, 26 DE MAYO DE 2008

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

Armas en el dique

Por Sergio Cobos


Con la caída de la última piedra del edificio Baeza, situado junto al Hospital del Ingesa, se derriba una vasta parcela del patrimonio histórico ceutí, llevándose consigo varias curiosidades. Según el cronista oficial de la Ciudad, José Luis Gómez Barceló, este edificio albergó durante varios años en la II República un arsenal de armas ligeras, destinadas a la venta al Ejército. Más tarde irían a parar al fondo del mar a modo de relleno del muelle Alfau, durante las tareas de ampliación del dique. “Los hermanos Baeza contaron con una arsenal de armas de bajo calibre en este vetusto edificio durante la década de los años veinte”, apuntó Gómez Barceló, que agregó que esta venta de armamento ligero “era algo común en la época y no era penado siempre y cuando el comprador fuera el propio Ejército”. La familia hizo un esfuerzo inversor más o menos elevado en este escarceo económico y “le fue bastante bien” hasta que llegó la evolución a las filas militares en España. “Con el desarrollo tecnológico en el ámbito militar y la llegada de nuevo armamento, las armas con que contaba la familia se quedaron muy obsoletas”, así que no pudieron colocarlas en el mercado.

Así, hubo que buscar una función para este cargamento pasado de moda y sin salida comercial. Y, al final, lo hubo. En ese momento se estaba llevando a cabo la construcción del actual Muelle de Alfau y, pensaron los hermanos José María, Francisco y Miguel que las armas podrían tener su uso rellenando el espigón sumergido, dentro de cajones huecos de hormigón, sobre los que se asentaría el terreno ganado al mar, para, después, asentar el espacio que hoy conocemos.

Un poco de historia

El relleno con armas del espigón es tan sólo una de la curiosidades que rodean un edificio que muere con más de tres cuartos de siglo de historia, hacia el que la familia Baeza desplazó su actividad de alicatado y serrería tras el aparatoso incendio que sufrió en 1932 el local que gestionaron cerca de plaza Azcárate, entre calle Canaleja y la Berría Alta. Allí trabajaron casi un centenar de operarios que se formaron y especializaron en la ebanistería de la época.

“Este edificio no tuvo un patrón con el que compararlo”, asegura el cronista municipal, que afirma que “poseía un aire modernista y ciertas características pecualiares” en su infraestructura, “que lo diferenciaban bastante de los demás”. Según Gómez Barceló, el edificio contaba con una disposición modular, formada por cuatro bloques cuadrados -vistos desde su alzado- conectado en su centro por una escalera.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto