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OPINIÓN - LUNES, 26 DE MAYO DE 2008

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

El Estrecho no es Baleares

Por El Informante Independiente


Meses antes de que Euroferrys fuese efectivamente vendida a Trasmediterránea (o fuera comprada por Acciona), todo su staff se había ido sumiendo en el patético nerviosismo propio de estos trances (ajetreo de pasillos arriba y pasillos abajo, de la cafetería al corrillo, y del corrillo a la cafetería), dejándose devorar inevitablemente por el rumor y la especulación. De ello se derivó una caída importante de la actividad profesional y, consiguientemente, de la eficacia. La presencia de Euroferrys, que años antes se había dejado notar con un peso decisivo y voz propia en las líneas de Ceuta y de Tánger, sobre todo en la acción comercial y en la excelente calidad de su servicio, se fue apagando, apagando hasta eclipsarse en un rápido abrir y cerrar de ojos. ¡Puf!

Hoy, Euroferrys no es más que otro cascarón vacío, en manos de la gestión vacía y acomodaticia de los gerifaltes locales de Trasmediterránea, que siempre (antes bajo la Administración del Estado como empresa pública, o quizá por su culpa, mea culpa, y ahora bajo Acciona, que no ha sabido o no ha querido hacer otra cosa de ella) han sido torpes funcionarios endogámicos. Algunos de los cuales dicen las malas lenguas que trabajan ya a destajo, pero de forma encubierta, claro, para empresas como Dragados-SPL, por ejemplo, en una rápida pirueta por engancharse a algo sólido y no quedarse al borde del precipicio y el suicidio profesional de una Trasmediterránea desmantelada y en venta, antes de la próxima decisión de Acciona. O quizá trabajan para la propia Balearia, encubiertos, encubiertos... Pero recuerden los encubiertos que si Roma no pagaba traidores, mucho menos Balearia, cuando ya no hagan falta y sus informes bajo cuerda no sean necesarios.

Un cascarón vacío, pues, Euroferrys hoy, sobre el que además gravita la espada de Damocles desde enero de 2008, en que la familia Entrecanales alcanzó libertad para decidir, o no, esa venta de Trasmediterránea y, con ella, la suerte de las empresas que le cuelgan. Incertidumbre y pavor… lástima que eso alcance a tanto buen profesional de a pie. Porque las empresas son las personas, entiéndase de una vez, LAS PERSONAS (algunas, no todas, eso sí) y si se olvida a esas personas, a las mejores que conforman las empresas, pues las empresas, sobre todo las navieras, pierden la capacidad de ilusionar, y se  transforman en cascarones vacíos, barcos fantasma, sin alma ni vida.

...Casi de la misma forma, meses antes de que Buquebus España fuese abducido por extraños seres venidos de “más allá” (los “balearios”), se había ido desmoronando, también inevitablemente, todo el montaje exitoso de los últimos años. (...)

El Estrecho NO es Baleares. Nada que ver ni en su temporada baja, ni en su temporada alta (OPE). Tampoco es el Río de la Plata, y quizá por eso López Mena abandonó a su empresa española a su suerte. Desde luego, mientras unos trabajaban duro para consolidar esa empresa, otros lo hacían para venderla...

El Estrecho NO es Baleares, sobre todo porque las líneas de Baleares las maneja hasta un mono de la NASA (entiéndaseme bien: es un mercado tan sumamente disciplinado y estacional, que se maneja casi solo, por Internet, o por medio de empleados anónimos y reemplazables, con salarios basura, contratos basura, y por ello nula adhesión a la empresa que les trata como basura y sus fines), y el Estrecho es otra cosa: tan caótico y cambiante como la vida misma.

Aquí no valen los de “más allá”, porque ni entienden ni quieren entender el caos y el cambio, y para ellos Algeciras es un destino poco apetecible, más impuesto que querido, y que viene a multiplicar las tareas basura de unos empleados anónimos y reemplazables; mucho menos válidos son cuando toman el Sur como vía de escape y de paseo. En el Estrecho, y valga como reivindicación de lo autóctono, se precisa de equipo local que aporte, con know-how demostrado, y buenas relaciones profesionales. Pero no un equipo improvisado y recuperado de aquí y de allá, retales viejos olvidados en algún cajón de sastre, y que han deambulado por todas partes. Además, para el ceutí, en lo que a la línea de Ceuta se refiere, sólo puede ser válida una naviera que entienda la compleja NECESIDAD que supone su autopista marítima, haciéndola suya; no en vano esta es una línea de interés público.

Alguien dijo una vez que, “donde hay frontera hay vida”. ¡Donde hay frontera, hay vida! Pero ya lo aprenderán unos y otros, a fuerza de escarmentar y tirar los presupuestos, una y otra vez. Una y otra vez, apostando en vano por una mera dimensión tecnólógica, y despreciando la exacta necesidad humana (casi todo en el Estrecho es “necesidad”, desgraciadamente, en OPE y fuera de OPE, y entender esto es lo que realmente llena los barcos).

Balearia, por tanto, VENCE, pero NO CONVENCE. Y eso se ha de traducir en un inevitable y rápido crecimiento voluptuoso, como lo hace un soufflé en el horno, pero que se habrá de venir abajo por falta de consistencia y originalidad en los planteamientos y en las estructuras empresariales. Pero, sobre todo, por carencia famélica de equipos humanos sólidos y carismáticos (y abundancia en empleados baratos, anónimos, y fácilmente reemplazables).
 

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