No conocían Ceuta, pero casi sin quererlo será una ciudad
que ambas lleven en un pedacito de su corazón durante toda
su vida. La incipiente Unidad de Matronas de la ciudad les
dio la posibilidad de formarse como especialistas enfermeras
obstétrico ginecológicas y así cumplir un sueño. La historia
de Sara Trasierra (Alcalá de Guadaíra, Sevilla) y Milagros
Villegas (Lepe, Huelva) es la de dos jóvenes luchadoras que
han alcanzado una meta. Componen la primera promoción de
especialistas de esta unidad que con el tiempo producirá una
gran número de matrones y matronas que podrán incorporarse a
la sanidad ceutí y la nacional.
Su historia comenzó hace algo más de dos años cuando tras
acabar la carrera de Enfermería y realizar algunas labores
prácticas en Lisboa o Faro decidieron presentarse a unas
oposiciones que les cambiaron la vida. “No era la primera a
la que acudíamos”, avisó Milagros. “El caso es que nos la
preparamos y tuvimos la suerte de aprobar”, replicó Sara.
Así fue y la nota les daba dos posibles destinos: Canarias y
Ceuta. La opción insular se desvaneció por lo que ambas
pusieron rumbo a tierras caballas. “Era el único destino que
quedaba. No obstante, para mí era el sueño de mi vida y me
daba igual irme a Ceuta que al Sáhara”, afirmó la onubense.
Ya en la ciudad se llevaron la primera sorpresa. “No
teníamos ni idea de que éramos la primera promoción de la
unidad”, manifestó Milagros. Esta circunstancia ha tenido
cosas buenas y cosas malas. Entre las negativas destacaron
el hecho de que no tuvieran referentes a la hora de orientar
su labor formativa y de aprendizaje. “Pero nos quedamos
siempre con lo bueno, que al final es más que lo negativo”,
puntualizó la joven sevillana.
Amigas desde antes de emprender la aventura ceutí son ahora
uña y carne. Coinciden en muchas cosas, entre ellas en su
vocación por ser matronas. “Es una vocación para mí; hasta
que no conseguí sacarme la oposición no paré”, aseveró
Milagros.
Aquí en Ceuta han podido conocer a experimentadas matronas
como las conocidas ‘Nona’, ‘Paquita’ o ‘Mari Gracia’. Entre
las tres han podido asistir los partos de casi un tercio de
la actual población de la ciudad. Las experiencias de estas
se han sumado a las propias y a la formación impartida por
sus profesores. A través de ellas han podido comprobar el
“importante” cambio que la profesión que han decidido
desempeñar ha vivido durante el último medio siglo. Según
Milagros, “la demanda social no es la misma que antes”. Así,
esta puso el acento en que ahora las políticas de
alumbramiento están enfocadas a los partos sin intervención.
“El Ministerio de Sanidad tiene esa apuesta y nosotras
estamos encantadas de participar”, resumió.
Pese a que la labor de las matronas en los alumbramientos es
casi decisiva, ellas no se sienten el centro de la atención:
“No somos las protagonistas y lo sabemos. Estamos en un
segundo o incluso tercer plano. Nos sentimos muy bien por
que estamos ayudando a que tenga lugar un momento muy
especial”. Tanto Sara como Milagros coincidieron en señalar
la complicidad que debe existir entre la parturienta y el o
la matrona. Suele darse en la mayoría de las veces aunque
sería más factible si en España se siguiera el método de
otros países, señalaron. Así, la matrona que asiste al
alumbramiento debería ser la misma que hace el seguimiento
de la embarazada desde meses antes en la Atención Primaria.
La profesión ha cambiado hasta tal punto que, pese a la
denominación, hay lugares, como Ceuta, donde la plantilla de
matronas es mayoritariamente masculina.
Una vez graduadas y pasadas ya las celebraciones toca mirar
al futuro. Una lo tiene claro, la otra tiene cierta
incertidumbre. “Me ha costado mucho decidirme pero voy a
optar por irme. Ha sido difícil por que esta ciudad
engancha”, comentó la joven sevillana. Mientras que Milagros
tiene “la ilusión” de quedarse aunque sabe que si lo hace
será haciendo sustituciones. Todo queda en manos del INGESA.
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