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OPINIÓN - VIERNES, 23 DE MAYO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Abraham y si bebes no conduzcas
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Como el lector pudo ayer enterarse, estamos a dos horas (y yo con estos pelos) de comenzar el acto sobre “Diálogo de Culturas”, encuentro que nos pareció oportuno acotar sobre la Libertad y los Derechos Humanos explorando la respuesta que dan, en teoría y en la práctica, las religiones abrahámicas, o sea las tres religiones (Judaísmo, Cristianismo e Islam) que hunden sus raíces en el prolífico árbol genealógico del común padre Abraham. Históricamente se trata de una saga, ambientada entre los siglos XIX y XVIII antes de la Era Común en el ambiente social y trashumante de pastores de ganado, entre Mesopotamia y Egipto.

Pero, ¿existió este venerable anciano…?; más: ¿fue realmente tan respetable como nos cuentan….?. Hombre, leyendo con atención la historia en la Biblia (un libro bastante procaz y con capítulos “X”, no apto para menores) uno se asombra de que, en su ingenua niñez, le sugirieran a este patriarca semita y trashumante como honroso símbolo de virtudes. La verdad es que el tipo se lo montó de coña en Egipto a costa de su mujer acabando al final, para tener descendencia, “yaciendo” (¡qué bonita palabra!) con su esclava egipcia Agar, lo que no quita que más tarde y gracias a la intervención divina Sara, su legítima y nonagenaria esposa, pariera un retoño. ¡Aleluya!. Dios/Yahvé/Alláh…. ¡es grande!.

Cuenta también la Santa Biblia que al primer viñador, Noé, el dulce zumo de la uva le jugó una mala pasada que no atinó a corregir uno de sus hijos, el locuaz Cam (al que maldijo más tarde), aunque peor fue lo de Lot y su acendrado puritanismo, con el que debió frustrar los ardientes deseos de sus hijas quienes, ley de vida y siguiendo el viejo instinto de supervivencia de la especie decidieron embriagar a su padre para, ante la ausencia de varones, poder así acostarse con él y tener descendencia. En nuestros procelosos tiempos la estupidez de unos cuantos llevó a las autoridades españolas, de siempre preocupadísimas por nuestra salud como se sabe, a legislar “tolerancia cero” en el consumo de alcohol a la hora de ponerse en carretera. Yo estaba siempre acostumbrado a la copita de vino, saludable y tonificante, a la hora del almuerzo pero ahora ni una gota cuando subo al coche. Lo entiendo, de veras, pero es frustrante… En Marruecos, por el contrario, es una gozada tomarse un vasito de buen vino “halal”, digo, quiero decir producido en el país y conducir tan rica y apaciblemente. En Marruecos, saben, no hay controles de alcoholemia porque es un buen país musulmán y, evidentemente, no se bebe. O casi. Lo digo porque mientras le lanzo mordiscos al “bocata” (no tengo tiempo ni para sentarme a comer), entre tecla y tecla, me informan de un grave accidente ocurrido ayer por Tetuán entre un camión y un coche, en el que si bien no ha habido fallecidos (Aláh es Grande y Misericordioso) ha sido muy aparatoso, afectando a tres fieles Mosqueteros del Rey uno de los cuales se encontraría ingresado en estado grave. En fin, voto pues a Breogan por el pronto restablecimiento de nuestros Artos, Portos y Aramís, confiando en que a la mayor brevedad puedan reincorporarse a sus cruciales y delicados puestos. Salud “paisas” y a cuidarse, que la vida es un suspiro. Y ya saben, amigos: “Si beben no conduzcan”. Fraternalmente dicho. De nada.
 

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