Mientras atiendo las noticias de
las agencias, entre las que destaca la detención de los
etarras, atiendo a la vez las imágenes de TVE. Imágenes de
autobombo, en las que no paran de comentar que son los
primeros en darla. Como si tuvieran necesidad de
demostrarlo… ¿por algo?
Tengo que salir para Barcelona de nuevo, un asunto de mucha
importancia me obliga a ello, y eso implica que desconecte
durante unos días con los lectores. Para salir hacía tierras
catalanas he de adquirir primero los billetes del barco, en
unos días en que la polémica anda suelta sobre supuestas
concertaciones de tarifas, y como somos residentes en la
ciudad tenemos algún que otro beneficio. Ahora bien, en la
extraña interpretación que hace algún que otro funcionario
municipal sobre el papel que tienen los extranjeros mediante
decreto por medio implica que den una lectura interesada a
ese decreto que regula la documentación necesaria de esos
extranjeros.
Esa interpretación da pábulo a una tremenda discriminación
al tratar a los extranjeros no comunitarios como bichos
raros, aunque tengan la documentación en regla y sean de
residencia permanente. ¿Por qué digo esto?, porque en las
interpretaciones que se hacen aquí en Ceuta de las leyes y
decretos impiden a los extranjeros no comunitarios disponer
de los mismos derechos y deberes que los ciudadanos
españoles, cuando existe una ley que obliga a quitar tales
restricciones e igualarlos a todos los niveles.
Todo ello viene en que se encuentran, esta clase de
extranjeros, en la imposibilidad de obtener beneficios en
los billetes de las navieras. Aunque sean residentes. Aunque
paguen todos y los mismos impuestos con los que tributan los
ciudadanos españoles. Para una cosa si, para otra no. Es
totalmente injusta esa discriminación.
Hablando claro: me acerco a una agencia de viajes, me piden
los documentos de identidad de mi familia, hacen fotocopias
de los mismos hasta llegar al de mi mujer. El de la agencia
declara que como no es comunitaria no podrá hacer descuento.
Le pido explicaciones y como no sabe qué decir llama a la
naviera para que le aclare el asunto. Me dice que los de la
naviera piden certificado de empadronamiento, como si el
documento de identidad no sirviera. Me acerco al
Ayuntamiento, pido el correspondiente certificado, pero al
preguntarme el funcionario que para qué lo quiero y darle la
respuesta adecuada me dice que no puede extendérmelo y
enseñándome la pantalla del ordenador me indica que un
decreto deniega, supuestamente, ese certificado.
Exijo leer ese decreto. No consta nada de negar nada a
nadie, sólo expone cómo extender documentación a extranjeros
comunitarios. No dice absolutamente nada de por qué negar un
derecho inherente a un extranjero no comunitario. Como el
funcionario se apabulla ante el mismo texto del decreto de
marras, se decide a extenderme el certificado de
empadronamiento de mi mujer, cobrándome desde luego la tasa
correspondiente. Sin recibo y sin anotar el ingreso en
ningún sitio.
Subo a la planta donde pido hablar con Paco Sánchez París, a
quién le expongo ese problema y mirándome extrañado me dice
que no puede ser, dado que quién esté empadronado legalmente
puede y tiene que pedir el certificado. Para lo que sea, sin
impedimento alguno.
Regreso a la agencia y me entregan los billetes. Tanto
jaleo, tanto tiempo perdido, tanto cabreo por injustas
decisiones arbitrarias, tanto… dan ganas de elevar escritos
a altas instancias hasta atiborrarlas de derechos y deberes.
Que esas cosas pasen con los extranjeros que residen de
manera ilegal en el país pase, pero que se discriminen a
extranjeros que tienen toda la documentación en regla, tras
ímprobos esfuerzos para obtenerla, y encima con residencia
permanente (se recuerda que no se puede obligar a un
extranjero adquirir otra nacionalidad si no la quiere), ya
es el colmo de los desbarajustes administrativos oficiales.
Está visto que tendremos que disponer de una biblioteca
entera de leyes, decretos, normas y reglas para poder luchar
contra toda clase de discriminaciones. Injustas
discriminaciones a todas luces.
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