Extraordinariamente ágil, a sus 78 años el empresario
ceutí Carlos Chocron asegura con ironía que lo ecologista le
salió, más o menos, a los 75. Eso sí, durante los últimos
tiempos ha hecho un curso acelerado que le lleva, por puro
instinto, a cerrar el grifo en cuanto percibe que está
malgastando el agua. Premio Encina 2008, el joyero se
felicita por la “extraordinaria acogida” social que tuvo su
iniciativa para plantar 6.500 árboles de diferentes especies
en la ciudad. Al poner el primero, se rompió el húmero. Hoy,
terminada la empresa, repasa modesto su resultado.
Pregunta.- Carlos Chocron, Premio Encina 2008. ¿Merecido?
Respuesta.- Pues no sé si del todo, porque de lo que estoy
seguro es de que hay muchas personas que se han preocupado y
han dedicado mucho más tiempo que yo a tareas
medioambientales. Lo mío ha sido circunstancial, una idea
que se plantea, se acepta y me entusiasma.
P.- Ahora que su iniciativa de plantar 6.000 árboles le
ha valido este galardón, ¿podría recordar otra vez cómo se
fraguó?
R.- Creo que ya lo he contado mil veces... La idea surge
hace casi diez años, cuando era presidente del Rotary Club
de Ceuta. Entonces propuse plantar 5.000 árboles, pero la
iniciativa se quedó ahí por razones familiares. Despúes lo
planteé de nuevo, salió adelante y afortunadamente ha
concluido con éxito y con 6.500 árboles plantados
coincidiendo, además, con el LX aniversario de la empresa y
el respaldo de Patek Philippe y Rotary.
P.- Hay quien critica a los ecologistas por preocuparse
más de las plantas que de las personas, pero ustedes tampoco
han pecado de eso
R.- Para mí es una gran satisfacción el haber contribuido
con esta procesa a aumentar un poco las arcas de la
Asociación Síndrome de Down gracias a la plantación especial
que hicimos cobrando una cantidad simbólica y que tuvo una
demanda tremenda por parte de la ciudadanía, que ha tenido
una extraordinaria acogida social.
P.- ¿Se recuerda usted ecologista de siempre?
R.- No sé si de siempre... He sido ecologista, pero tal vez
no muy ecologista. A mí la Naturaleza siempre me ha
preocupado, interés que heredo de mi madre, ¡pero la vena me
ha salido a los 75 años! [Risas] Hace poco estaba en
Barcelona y al ver que tenía el grifo abierto
instintivamente pensé ‘¡aquí no hay agua, no se puede
desperdiciar!’
P.- Una vez terminada la plantación, que se ha
desarrollado tanto en el Monte Hacho como en García Aldave,
¿ha tenido tiempo de ver si crecen o no las criaturas?
R.- ¡Por supuesto! Algunos están ya hechos unos
hombrecitos.... [Risas]
P.- Ahora que además de su satisfacción personal se ha
ganado un premio, ¿se ha planteado repetir en años
venideros?
R.- Yo creo que ahora me toca animar a otras personas a
seguir por este camino porque si no me van a llamar El niño
de las plantas... En cualquier caso siempre estamos pensando
en cosas para hacer.
P.- Quizá no sea muy cortés hablar de Medio Ambiente y de
dinero, pero ¿es muy costosa una iniciativa de este tipo?
R.- Los árboles los cedió la sociedad Obimasa, aunque la
plantación hay que pagarla. En cualquier caso eso no es lo
importante. Lo fundamental es que los árboles están ahí y
que, aunque se pierda alguno, ahí quedarán al menos 5.000
para el disfrute nuestro y de las futuras generaciones.
P.- Casi todo lo que se escucha en los medios sobre Medio
Ambiente es preocupante. ¿Algo le atormenta especialmente?
R.- Oigo lo de los casquetes polares, las conferencias de Al
Gore... Creo que realmente nos enfrentamos a un problema
gordo en el que todos aportar un granito de arena.
P.- El problema es que en nuestro afán por generar más
riqueza nos cargamos el planeta, ¿no cree?
R.- Es obvio. El que tiene una fábrica quiere seguir
trabajando y creciendo, a veces a costa de los mares y los
ríos cercanos... Estamos perdiendo especies enteras de seres
vivos...
P.- ¿Nos daremos cuenta de ello antes de que llegue el
agua al cuello?
R.- Me parece que no porque sigue primando el interés
económico y el bienestar inmediato sobre la conciencia y la
prevención de lo que puede pasarles a nuestros descendientes
con esta evolución.
|