El pasado sábado, mí artículo de
opinión, por falta de espacio en la maqueta, se quedó fuera
el trozo de canción al que hacía referencias. Así que, con
el permiso del personal, voy a poner ese trozo de estrofa,
para general conocimiento: “no te fíes del amigo / que te
alaba y te sonríe / porque detrás de esa sonrisa se esconde
una traición”. Me quedo a gusto porque, de esta forma, todos
nos enteramos y no dejamos en suspense a nadie.
Jamás en mí vida, contarla necesitaría más páginas que el
Quijote, me han caído bien todos aquellos que te dan
golpecitos en las espaldas o fuerzan la sonrisa cuando se te
ocurre decir algo que, en la mayoría de las ocasiones,
malita la gracia que tiene tu comentario. Porque la risa,
según la sabía de mí abuela, tenía que ser espontánea y
autentica. Todo el que fuerza la sonrisa, según sus propias
palabras son falsos e hipócritas que quieren conseguir
alguna prenda del que manda. No es mí caso, porque no mando
nada de nada. Ahora, eso sí, siempre he seguido los sabios
consejos de mí viejita del alma.
Esos que fuerzan la sonrisa me traen, siempre, al recuerdo
la película que protagonizó José Luís López Vázquez. “Atraco
a las tres”, cuando decía aquello de; ”usted me manda, usted
me ordena, soy su humilde esclavo, su máximo servidor
aderezado, todo ello, con grandes inclinaciones de cabeza.
Ago así como Piqué le hizo al presidente de los americanos
de América.
Todo eso que a los mandas, le cae muy bien, sólo es la
antesala para darle la puñalada trapera que acabe con ellos.
La mayoría de estos manda, ni se enteran. Encerrados en la
erótica del poder y alcanzado el máximo grado de egolatría,
ven a unos esclavos dispuestos a recibir sus ordenes,
ejecutándolas al segundo. Gran error político, que de no
darse cuenta, con la rapidez debida, les llevara al final de
su reinado. Castillos más altos se han venido al suelo.
Otras de las cosas que decía la sabia de mí abuela, más que
decirme, me recomendaba no olvidar era que: “el que más
grita no es el que más razón lleva, sino todo lo contrario”.
No acostumbro a elevar el tono de voz por dos motivos.
Primero porque me dedicación a la radio me ha obligado a no
forzarla para tenerla siempre a punto a la hora de abrir ele
micro, y segunda porque creo que eso de gritar no es más que
mostrar, a todos los que escuchan, la falta d educación y
preparación cultural de aquello que lo realizan.
De acuerdo que hay personas que son muy impulsivas a la hora
de expresar sus razonamientos o sus pensamientos, pero ello
no es óbice para que no piense, de todos los que alzan la
voz cuado hablan, la opinión anteriormente escrita.
Y mucho menos tienen disculpas, si esa forma de expresar sus
ideas o sus pensamientos parten de algunos políticos. Los
políticos que así actúan, me llevan a pensar que forman
parte de esa fauna que consiguieron la gorra y el pito con
mando, en la suerte que tuvieron en la tómbola de la vida.
Insisto no tiene más razón el que mas grite sino todo lo
contrario, carecen de razón alguna en sus planteamientos.
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