Entramos en la recta final, la
última semana de clases para los alumnos de segundo de
Bachillerato. Hemos llegado al final de un curso que
analizado desde septiembre ha tenido multitud de
circunstancias que se recordarán siempre unas, mientras
otras lo mejor es borrarlas de cualquier diario.
Y al acabar las clases llegan las notas, y tras las notas, a
los que superen el curso, llega la selectividad.
De esto ya he hablado, en algún momento, antes, de las notas
no, y es lo que estos días quita el sueño a más de uno,
incluso a algunos a los que antes les quitó el sueño más
hacer cola noches enteras para lograr una entrada para la
fiesta de los carnavales.
En aquellos momento, es cierto, había mucho curso por
delante, y ... un día es un día, lo malo es que a aquel día
siguieron otros y ahora no cuadran los números. El 5 cuesta
trabajo lograrlo, y para conseguirlo hay quien intenta, por
si fuera posible, la cuadratura del círculo.
Mal se ponen las cosas cuando se depende de la buena
voluntad de “unas rebajas anticipadas”, el poder pasar un
curso. Mal se pone cuando sin haber ido a Fátima el día 13,
o al Rocío un par de días antes, en busca del milagro, los
números no cuadran.
Aquí es donde llegan las lágrimas, la ansiedad y ... a ver
qué puedo hacer. Ahora pocas cosas, en septiembre podrían
haberse hecho todas las cuentas de programaciones, para
asistir a las jaranas y para salir hacia delante.
Ahora hay lo que hay, porque antes hubo tiempo para estudiar
y no siempre se utilizó como era debido.
Y esto ocurre ahora con segundo de Bachillerato, pero otro
tanto de lo mismo ocurrirá de aquí a un mes con el resto,
incluso con aquellos que ahora mismo prefieren hacer un
viaje a Guadalajara, Alburquerque, Navarrevisca o Madrid, en
vez de quedarse a clase esos tres o cuatro días. Claro que
aquí no es toda la culpa de los chavales, sino de quienes
ahora programan unas salidas que se podrían haber programado
antes, salvo que la programación de eso lleve incluida la
visita a San Isidro. Así es la vida.
Volviendo a segundo de Bachillerato, ahora mismo se mueven
entre tres puntos que no todos ellos van cogidos de la mano,
pero que algo tienen que ver los unos con los otros.
Lo primero en lo que piensan es en poder aprobar o en haber
aprobado. En esto está el futuro. En segundo lugar tiemblan
cada vez que aparece el fantasma de un posible suspenso. El
suspenso viene vestido de diablo o de algo parecido , y por
último, y es lo que les anima, viene la imposición de las
bandas, con lo que ya se ven fuera del Bachillerato y
abriendo las puertas de la Universidad.
Quienes llevamos algún tiempo en la docencia, en mi caso son
ya 39 cursos, hemos vivido este problema de una manera
parecida, casi siempre, con unos meses de octubre o
noviembre propios para hacer cortes de manga cuando se
hablaba de notas finales, con un disfraz carnavalesco en el
mes de febrero, lejos aún del final de curso y con las
lágrimas y los ruegos de más de una madre cuando ya no había
remedio.
Es la vida estudiantil, la cara más bonita de la moneda de
la vida, pero una cara bonita que envejece y se hace
horrible sin darse uno cuenta.
Mayo, desde hace muchos años se ha hecho antipático por las
calificaciones, pero se pede esperar, porque septiembre no
queda lejos.
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