PORTADA DE HOY
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cultura - DOMINGO, 18
DE MAYO DE 2008 |
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asistentes a la Sala Café Club. archivo. |
actuaciones
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La música de la recien creada
banda de ‘Hugo’ y el humor de
Jesús Tapia, hoy en la Sala |
El
batería David León, el bajista Topo
Gómez y el saxofonista Carlos Galet acompañarán a
Hugues Laurent en su repertorio por los clásicos
antes de que
salte al escenario el monologista |
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CEUTA
Rober Gómez
ceuta@elpueblodeceuta.com |
David León, Carlos Galet y Topo Gómez arroparán esta tarde
al músico francés Hugues Laurent –conocido ya popularmente
como Hugo– en una actuación que hará un repaso por clásicos
de diversos estilos musicales de los sesenta, setenta y
ochenta.
Posteriormente, pisará las tablas el cómico Jesús Tapia,
finalista del V Certamen de Monólogos de la Ciudad de
Algeciras. La entrada será gratuita.
Después del éxito del pasado jueves de Rodrigo Ponce, la
Sala Café Club acoge el enésimo monologo, una actividad que
se ha consolidado, junto a las jam sessiones, como una de
las apuestas singulares del local situado en el Poblado
Marinero.
‘La Prohibida’, en la Sala
La próxima semana, el jueves (23.00 horas), la Sala Café
Club acogerá la actuación de La Prohibida, en una fiesta que
se ha dado en denominar Eurovision Party.
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Ceuta no está preparada para Tom Cary
Partiendo de que un grupo de art-rock
es a la música lo que un cuadro de Miró a la pintura, Tom
Cary consiguieron, al menos, la acción-reacción que
buscaban. La música de la banda malagueña recuerda a pasajes
sonoros de la Velvet Underground, Muse, los primeros White
Zombie, los más sucios Nirvana y Smashing Pumpkins o
cualquier banda anónima del underground neoyorkino de los
80. No hizo mucha gracia entre el público, porque lo cierto
es que es bastante difícil de sufrir si no estás
familiarizado con un lenguaje que tiende a ser un concepto
de abstracción musical. Tom Cary pasaba de un intimismo poco
logrado a levantar auténticos muros de sonido que metían al
espectador en una montaña rusa en la que nunca adivinabas
las caídas, para acabar pretenciosamente en un noise que
rayaba. Ser posmodernos es un punto a favor en el art-rock,
hasta el punto de que los bises, por ejemplo, fueron más
largos que el propio concierto y la última canción duró
media hora. Si la parte del público más reacia les hubiese
linchado se hubiesen sentido orgullosos. “¡Tío, nosotros
somos tan raros, que una vez nos lincharon en Ceuta!”,
dirían.
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