En muchas ocasiones he recurrido a
un trozo de letra de alguna canción para, a partir de ella,
hacer el artículo que cada día tiene uno que realizar. Por
supuesto que las canciones siempre emiten un mensaje, bien
de dolor o de alegría pero, en definitiva, un mensaje que
puede o no puede llegar a su destino, dependiendo de que le
quiera prestar atención, al mismo, la persona a quien va
dirigido ese mensaje.
Muchos han sido los cantaores que han aprovechado la letra
de una canción para expresar, por medio de ella, lo que
sentían por determinada persona. En la mayoría de los casos
una declaración de amor de la que esperaba, sin duda alguna,
la repuesta de la persona a la que iba dirigida. He sido
testigo, en una fiesta flamenca, de cómo un cantaor se
rasgaba la camisa mientras le cantaba a una bailaora de la
que estaba enamorado. ¡Que maravillosa forma de mostrarle
sus sentimientos!.
En cada ocasión, en la que he recurrido a ese trozo de
canción para enviar un mensaje, lógicamente nunca ha sido un
mensaje de amor a nadie, sólo un aviso al navegante de turno
avisándole de lo que le podía pasar que, en verdad, tengo
que decir y digo, poco o ningún caso se me ha hecho, pero
como decía la sabia de mí abuela “en el pecado lleva la
penitencia”.
Y una vez más, vamos, como siempre, mí abuela acierta de
pleno con sus frases. Le envié el trozo de una canción
apercibiéndole de lo que se estaba tramando contra él. Ni
caso. ¿Y qué pasó?. Pues, sencillamente, que la trama surtió
sus efectos y le dijo adiós al cargo que estaba ocupando. Y
desde entonces, le pasó como al pobre Fernández, de Pepe
Iglesias “El Zorro” “del pobre Fernández nunca más se me
supo”.
Y que conste, en acta, que el aviso se lo envié por activa y
por pasiva, pero su ceguera ante los que él creía sus
amigos, cuando eran sus más acérrimos enemigos, le hacía no
ver más allá de sus narices. Es más, fue tal su fe en sus
“amigos”, que asesorados por todos ellos, le hicieron creer
y estuvo convencido que yo era su peor enemigo. Manda…la
cosa
Los errores en política se pagan a muy alto precio, y ese
fue su enrome error tener, toda la fe del mundo en aquelos a
los que llamaba amigos cuando, todos ellos habían llevado a
cabo la trama para darle la puñalada por las espaldas.
Cuando se dio cuenta de quien era de verdad era su amigo,
era ya un cadáver político. Si hubiese hecho caso a los
avisos, a estas horas, otro gallo le cantaría. Porque,
además, era un político que lo hizo bien.
Dicen que las historias suelen repetirse. No sé si eso será
verdad. Ante la duda, tomando el lugar que me corresponde
por amistad, sin ir más allá de esa amistad, ni pedirle nada
a cambio porque, jamás, pido nada a cambio a quienes
considero mis amigos creo, desde mí particular e
intransferible punto de vista, que la historia se puede
volver a repetir, con la intervención de parte de los que
hicieron la otra historia. Hay síntomas inequívocos de ello
aunque, en esta ocasión, costará a los de la trama mucho mas
trabajo.
Hay un trozo de letra que dice: “no te fíes del amigo / que
te alaba y te sonríe / porque detrás de esa sonrisa se
oculta una traición”.
|