Me he dado un buen garbeo por el
centro de ciudad para después descansar tomándome un té
moruno, en una de las terrazas de la Gran Vía, que no es
patrimonio de la ciudad pero casi.
Puestos a narrar los posibles y supuestos acontecimientos de
mi paseo, antes quiero hacer hincapié en mi reclamación de
ayer sobre las mierdas de perros que uno se encuentra como
obstáculos, que ha veces resultan invisibles, y dejan la
marca en la suela de los zapatos que las pisen. Insisto ante
nuestras autoridades que hagan campaña sobre el asunto y se
dejen de marear la perdiz con la rebaja de mandos militares
porque afecta a la ya mermada economía de la ciudad.
No creía que todo un diputado haga una comparación,
matemáticas en medio, sobre el poder adquisitivo de mandos y
tropas. Ello configura que las peticiones que nuestras
autoridades formulan al Gobierno son crematísticamente
interesadas.
Todo el mundo está de acuerdo en que una empresa que tenga
más asesores y/o mandos que trabajadores nunca podrá estar
plena y económicamente realizada por sí misma. Extrapolando
esto al Ejército, no veo que hallan más mandos que tropa
para defender, supuestamente, un territorio.
Si encima hacen acopio de preguntas sobre el pasado del
tema… no veo a donde quieren llegar.
Por otro lado, Ceuta y Melilla aún no son comunidades
autónomas y por tanto no tienen por qué estar en la RAN con
Marruecos. Son simplemente ciudades autónomas.
Dejando de lado estas disquisiciones que pueden
interpretarse de otra manera a la que le he dado su
verdadera significación, veo que nuestras autoridades
municipales no se emplean a fondo en mantener una mínima
seguridad callejera que no perturbe la paz en nuestra
ciudad.
Escribo esto porque se da el caso que en la Gran Vía circula
un grupo de chavales con sus bicicletas, haciendo toda clase
de acrobacias y circulando por zonas exclusivamente
reservadas a los ciudadanos peatones.
De hecho, mientras estaba tomando el consabido té moruno,
con mi mujer y otros amigos, mi hijo pequeño estuvo a punto
de ser atropellado por uno de esos incívicos ciclistas.
Estaba haciendo el caballito loco, el ciclista, en la acera
que dispone de terrazas y mi chico estaba jugando a Shin
Shan. El grito que pegué, llamando la atención del ciclista,
hizo que saltara varios escalones y se metiera por la amplia
acera donde, junto con otros dos, siguieron haciendo
malabarismo entre las personas que circulaban.
Esos tres fueron los mismos que el sábado se metieron en la
Feria de la Construcción montados en sus mountain-bikes y
recibiendo varias amonestaciones de personas. Como si nada,
mandaron a tomar por culo a quienes les advertían del
peligro que estaban creando y siguieron montados dentro del
recinto.
Durante mi paseo por las calles de la ciudad he observado
cómo algunas personas, que supongo serán inmigrantes, andan
husmeando en los contenedores de basura agrupados en
determinados puntos de las calles y arramblan con cuanto les
es de utilidad. Algunos no dudan en descargar bolsas de
desperdicios y coger cuanto considera comible. Algún que
otro se lo mete directamente en la boca, produciéndome, a
mí, un conato de arcada. No imaginé estas escenas en estos
tiempos y en esta ciudad.
Los contenedores de superficie deberían ser cambiados por
otros enterrados, tal como se estilan en la ciudad de mi
anterior residencia. Para ello, la ciudad está capacitada
económica y estructuralmente. A ver si construímos este
sistema de recogida de basuras domésticas y nos evitamos
esos olores, que con la llegada del verano serán peores.
Cada vez que tengo que ir a recoger la moto del garaje he de
dar un rodeo para no pasar cerca de los eternamente abiertos
contenedores del Pasaje Mina.
No me acuerdo dónde he visto escrita una declaración de
nuestras autoridades manifestando que Ceuta es una de las
ciudades más limpias del país… no se lo cree ni el mismo que
lo declaró, o pudiera ser la misma.
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