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OPINIÓN - VIERNES, 16 DE MAYO DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

¡Salve el “bosque” de Martil, Majestad!

 


José Luis Navazo
jlnavazo@telefonica.net
 

Ayer, Majestad, cuando veía a los ciudadanos de la Blanca Paloma (hombres, mujeres, niños y ancianos) llenar las calles de nuestra querida Tetuán para, olvidando sus agobios cotidianos, aplaudir con un entusiasmo preñado de esperanza al paso de su joven Soberano hasta dolerles las muñecas, germinó en mi cabeza la idea de redactar estas líneas, a modo de carta abierta, en la columna que habitualmente mantengo desde hace años en este pequeño rincón de tierra española geográficamente enclavada en el Maghreb Al Aqsa. Bien sé que en principio pueda parecer extraño y hasta insólito este gesto. Sí, soy español del norte venido al mundo a orillas del Cantábrico bravío, entre valles de un verde lujuriante cerrados por agrestes y altivas montañas, una bella y noble tierra en la que como dice una de nuestras populares “tonadas” (canciones) “todo el que nació en Asturias puede, ya, decir que nació en la gloria”. Pero, ¿sabe Majestad?, el Destino me trajo muy joven (apenas con 16 alegres primaveras recién cumplidas) a estos lugares, que con el correr del tiempo fui explorando para, finalmente, fundirme en ellos; sí, soy también un español profundamente magrebizado, casado por imperativo del corazón con una hermosa y cálida hija de su país y, por tanto, con familia marroquí directa de la que me siento muy orgulloso: dos buenas razones, Majestad, que entiendo me dan legitimidad para ponerle estas líneas escritas con afecto y respeto. Pero es que, por si fuera poco, aunque con la piel transfronteriza son ya casi siete los años que llevo enraizando en Marruecos, siendo Majestad -lo digo sin alharaca ni falsa modestia- el vecino español que más ha publicado estos tiempos en medios de comunicación sobre las vicisitudes, los problemas y las expectativas del Reino de Marruecos.

Tampoco es, ni mucho menos, la primera vez que escribo sobre Su Majestad aunque, ciertamente, nunca de forma tan directa. El 2 de marzo de 2007 tuve el gusto de permitirme felicitar a su Real Familia por el nacimiento de la pequeña Princesa Lalla Khadija (de hecho firmé, como español radicado en Marruecos, unas líneas en el Libro de Honor abierto para la ocasión en la cercana Wilaya) y, antes, tuve el honor de conocer y hablar durante unos diez minutos en el aeropuerto de Sania Ramel (después de la partida de la Reina de España, Doña Sofía, durante su histórica visita a Tetuán) con su inteligente y discreta esposa, la atractiva Princesa Lalla Salma.

Pero el motivo de esta columna, Majestad, es permitirme llamar su atención… sobre el futuro. La antigua y fértil vega de Tetuán está desapareciendo bajo la codicia y la especulación y en Martil, el antiguo Río Martín fundado por España, un irresponsable y masivo proceso urbanístico ha acabado prácticamente con toda zona verde. Tan solo queda una plantación de eucaliptos y otras especies menores, conocido como “Lamida de Ahrik”, que aun resiste emparedado entre “La Corniche” y una nueva urbanización. Solo su Majestad puede conseguir, hoy día, que esta mancha verde sobreviva reconvirtiéndose en parque. Hay una profecía de los indios Yanomami, Majestad: “Cuando se tale el último árbol y se capture el último pez, os daréis cuenta que del dinero no se puede comer”. Respetuosamente, Majestad: ¡salve el “bosque” de Martil!.
 

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