Me he equivocado de profesión. Así
que decido que cuando sea mayor me meteré a político, en el
supuesto que encuentre a algún partido que primero me quiera
afiliar y, después, me lleve en sus listas como mínimo para
senador. Oiga, un chollo.
Usted currante de a pie se tiene que cotizar a la Seguridad
Social durante treinta y cinco años para que le quede la
pensión máxima. Un senador, que es lo que aspiro a ser
cuando sea mayor, con siete años de cotización cobra la
pensión máxima. Y por si fuera poco gozan de algunos
privilegios. Un tercio de su sueldo está exento del IRPF por
tener consideración de indemnizaciones y los Presupuestos
del Estado pagan no sólo la cuota patronal sino también la
correspondiente al trabajador ¡Toma del frasco, Carrasco!
Yo me conozco a una señora que por no haber cotizado durante
quince años, le faltan menos de un año para cumplir ese
requisito, le dan trescientos euros que, como todo hay que
decirlo, cada año tiene un aumento del la subida del coste
de la vida. Un fortunón lo que le suben cada año. Cómo será
al cosa esa de la subida, que me ha comentado que le próximo
año, con la subida que tenga, se quiere ir en un crucero a
darle la vuelta al mudo. ¡Ele el arte que no se puede
aguantar!. Lo dicho de mayor quiero ser senador.
Me estaba pensando la estrategia a seguir, para conseguir
que me afilie algún partido y me lleve en su lista para
senador, cuando me leo, porque soy un lector empedernido,
que un ministro tiene derecho a cobrar la pensión máxima de
jubilación por el hecho de jurar el cargo.
Cambio de táctica, ya no quiero se senado ni diputado,
quiero ser ministro. Me da igual la cartera que me den
aunque no tenga ni pajolera idea de que va la cosa, para eso
están los técnico que me darán su asesoramiento, y cuidito
con pasarse, porque sin no cotizan treinta y cínico años no
van a cobrar la pensión máxima de la jubilación. Aviso a los
navegantes para cuando sea nombrado ministro. No olviden
este avios, los navegantes, porque voy a ser ministro en
menos que canta un gallo.
Pensándolo bien me da la extraña sensación, no sé por qué,
que no voy a ser nunca ministro. ¡Ditan sean las papas en
amarillo, con fideos gordos y júreles del día anterior!. Y
mira que mí madre cuando era chico, un poco menos alto que
ahora, me decía “mí príncipe”. Cada vez que la escuchaba,
llamarme de esa manera, me pensaba que un día sería algo
importante. Pues ni por esas.
Resumiendo, con vista a que le quede a uno lo máximo en la
jubilación, se tiene que pegar en el “tajo” treinta y cínico
años, cuando un diputado o un senador, sólo necesitan siete
años. Y si usted no ha cotizado como mínimo quince años
aunque le queden unos meses, sólo le dan trescientos euros.
No está mal la cosa.
Teniendo en cuenta que para ser diputado o senado, sólo se
necesita ser español, mayor de edad y saber leer y escribir,
tampoco hay que exigir mucho, que no está la vida para eso,
sigo en mis trece, cuando sea mayor, al menos quiero ser
senador.
Y que conste que, cuando sea senador, protestaré porque el
sueldo me parece pequeño. Que menos que un millón de euros
al mes.
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