NO es cine de acción descomedido, ni hueco ¡gracias a Dios!
Pero hay que dejar claro que para disfrutar de este tipo de
género hay que acudir a la sala con complicidad. Si uno no
se cree que un enano verde que se parece a Pujol pueda
brincar y trepar con un sable de luz entre los dientes, lo
mejor es que no vea la Guerra de las Galaxias y se dedique a
meditar sobre el sentido de la vida visionando El séptimo
sello de Ingmar Bergman.
Al torrente de adaptaciones cinematográficas de los
personajes de la Marvel y DC Comics no se les puede negar el
mimo de los guiones en la búsqueda de un sentido del
espectáculo creible. Pero es que además, las aventuras
gráficas de Stan Lee y compañía eran algo más, un análisis
sociológico, más o menos naif, pero un análisis al fin y al
cabo, que se unía al talento artístico de dibujantes y
entintadores en busca de ese sentido grandioso del
espectáculo.
Así, Superman fue en su creación en 1938 el reflejo de los
millones de inmigrantes que llegaban a Nueva York –venía de
Krypton, adoptó los colores de la bandera americana y
defendía sus supuestos valores–; Spiderman es una hipérbole
de los cambios hormonales y los problemas en la
adolescencia; los mutantes de la Patrulla X escenifican los
prejuicios, que no son otra cosa que el miedo a lo diferente
(homosexuales, personas de otra raza...); y Hulk era un
hipervitaminado Mr. Hyde reflexionando sobre su propia rabia
y violencia.
¿Qué es Iron Man? No es el más brillante de los cómics que
creó el talento de Stan Lee –quien participa en todas las
adaptaciones cinematográficas de sus personajes–. La
tecnología dota al protagonista de sus poderes. Es algo así
como si Einstein se hubiese dedicado a construir una
armadura con un montón de gadgets.
Por debajo, se mueve el debate de una idea que está en el
imaginario americano: To secure peace is to prepare for war,
es decir, para preservar la paz hay que armarse. Y este
debate es indulgente, contradictorio y, por momentos,
infantil; pero siempre está ese sentido del espectáculo, con
los efectos especiales al servicio del guión.
De todas formas, ¿no fue Ang Lee demasiado pretencioso y
destrozó la historia en Hulk al convertirla en una aburrida
tragedia griega?
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