Están sacándose del tiesto todas
las manifestaciones, hechos y cuantas acciones se vienen
llevando a cabo últimamente por grandes prebostes del
Partido Popular y así hemos visto como a través de los
medios de comunicación se resaltan las declaraciones de
Mayor Oreja, Federico Trillo, Álvarez Cascos, Gustavo de
Arístegui, etc. que nos afirman que han formado “equipo” con
María San Gil y la apoyan en su decisión de cesar de la
Comisión para la Redacción de la Ponencia Política de dicho
Partido que se discutiría en el Congreso a celebrar en
Valencia en junio próximo. Y se alzan voces de adhesión y
apoyo (además de las citadas, las de Esperanza Aguirre,
Vidal Cuadras, Daniel Sirera, Ángel Acebes, Eduardo Zaplana,
etc.) por la decisión de la presidenta de los populares en
la Comunidad Vasca, de abandonar el citado órgano “por
diferencia de criterios a su juicio fundamentales” y el
“habérsele reescrito diez artículos de su proyecto”. Maria
San Gil, por otra parte y por lo que nosotros podemos
deducir, no está de acuerdo con la política de acercamiento
a los partidos nacionalistas como la propugnada por el mismo
Mariano Rajoy y el otro ponente José Manuel Soria (diputado
por la Provincia de Las Palmas).
Con Mariano Rajoy han hecho causa común Soraya Sáenz,
Esteban Pons (¿futuro Secretario General del Partido?),
Francisco Camps y Rita Barberá, quedando en una situación
(nos da la impresión “de espera” en previsión de lo que
pueda resultar) Rafael Montoro, Manuel Pizarro, Javier
Arenas, Miguel Arias, Martínez Pujalte y otros. Todo ello
conlleva incertidumbre y falta de sosiego a los diez
millones trescientos mil votantes y setecientos mil
afiliados que ven como el partido por el que optaron, unos
con su voto y otros, además, con su participación en las
actividades del mismo, se viene desmoronando y, lo que es
peor, perdiendo confianza de cuantos quieren un partido
unido así como una nación sin desmembración ni federación de
comunidades que es lo que se viene propugnando y que, al
parecer, ahora se propone para su discusión en el Congreso
de los afiliados y votantes populares.
Hace falta, pues, señores del Partido Popular, espíritu de
concordia para que existan acuerdos comunes que den
conformidad y unión a la inmensa cantidad de españoles que
esperan se acaben esas duras y críticas manifestaciones
contra la dirección de esta entidad política emanadas, lo
que es peor, de miembros destacados de la misma sin tenerse
en cuenta que, hace nada, se ganaron unas elecciones con
mayoría absoluta y que de aquí a los tres próximos años se
enfrentará a otros procesos electorales en Galicia,
Cataluña, en el Parlamento Europeo y en las Elecciones
Locales. Son, éstos últimos, motivos suficientes (a más de
la desmembración de la nación española, la crisis económica
galopante que nos abruma, el incremento del paro, la baja de
las cotizaciones a la Seguridad Social, la inseguridad del
futuro de las pensiones, etc.) para desear el entendimiento
entre quienes ya tienen demostrada, a través del Partido
Popular, su encomiable acción de gobierno como ya se hiciera
en 1996 y en el año 2000 y que, a través del mismo, se
imponga un orden que venga a resolver los problemas actuales
y los que nos aguardan de no adoptarse las medidas
correctoras e indispensables que serían necesarias para
ello.
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