Estoy emocionado. Es tanta la
emoción que me embarga que, por cierto, es lo único que se
me puede “embargar”, que he decidido coger el tarro de
derramar lágrimas de emociones fuertes y he escanciado,
sobre el mismo, par de lágrimas. No lo he podido remediar.
He intentado, no sé bien cuántas veces darme los
correspondientes besos. Como siempre me ha sido,
materialmente, imposible dármelos por más esfuerzos que he
hecho. Está visto y comprobado, que no voy a poderme besar
en la vida, y todo porque el pescuezo no gira lo suficiente
para poder conseguirlo. Seguiré intentándolo.
Ustedes se preguntarán a qué viene todo esto de las lágrimas
y los besos, Se lo explico. Durante años he escrito, por
activa y por pasiva, que hay que cambiar la Ley Electoral
que, en los momentos actuales, sólo beneficia a unas fuerzas
pequeñas que no se presentan en todo el territorio nacional
solamente en su Comunidad, en detrimento de todas aquellas
fuerzas políticas que se presenta en toda España. Lo cual,
se mire, como se mire, no nos parece justo.
En esos escritos, que durante años he venido haciendo sobre
la Ley Electoral, daba como soluciones, el que se fuese a
una segunda vuelta o que el que en todo el territorio
nacional, no sacase el 5% quedase fuera de poder ocupar
cualquier escaño en las Cortes.
Y mire usted por donde, la vicepresidenta primera del
Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, en el inicio
del curso parlamentario, ante la comisión Constitucional del
Congreso, propuso una decena de iniciativas, entre las que
destacan la modificación de la Ley de la Libertad religiosa
y los primeros pasos para estudiar la reforma de la Ley de
Régimen Electoral.
No me negarán, ustedes, usease vusotros, que no es para
llorar de emoción e intentar, por todos los medios a mi
alcance, darme par de besos. Oiga, es emocionante para mí
persona, que después de muchos años escribiendo que esa Ley
Electoral que tenemos había que cambiarla me llegue, nada
más ni nada menos, que la vicepresidenta primera del
Gobierno y en el inicio del curso parlamentario diga que hay
que dar los primeros pasos para estudiar la reforma de la
Ley del Régimen Electoral.
Con el debido respeto, señora vicepresidenta primera del
Gobierno, Maria Teresa Fernández de la Vega, si por una de
esas casualidades de la vida, necesita un asesor para
redactar el asunto, me ofrezco de forma voluntaria para
cuanto guste mandar.
No digo, señora vicepresidenta, de forma gratuita porque,
tal y como está la economía, al menos la mía, necesito una
inyección de euros que no se la salta un gitano.
No entra dentro de mi propuesta intentar abusar, poniéndole
un elevado precio al asesoramiento. Me conformo con lo que
tengan a bien concederme por semejante trabajo. Lógicamente,
a nadie le amarga un dulce, y bienvenida sea la cantidad que
se me asigne, pero si puede ser con algunos ceros a la
izquierda, pues mejor que mejor. Conozco asesores que gana
una pasta gansa y, nunca, asesoran de nada. Quedo a la
espera de sus noticias.
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