Se veía venir. Estaba cantado que
la II Feria de la Construcción iba a ser un éxito. Y es que
la primera piedra de ese triunfo fue colocada hace un año
por los organizadores.
Lo que se ha perdido Juan Vivas; él, que tanto habla
a favor de que los ceutíes no decaigan en el empeño de
imaginar acontecimientos y los estimula para que sean
capaces de darles vida propia, se fue al Rocío.
Francisco Navas, Cristóbal Chaves y Javier
Arnaiz tuvieron un día la feliz idea de recuperar un
concurso de albañilería que databa de los tiempos de
Maricastaña. Y dieron el primer paso con los miedos a que la
idea naciera muerta. Pero un proyecto cuyos valedores están
tan atiborrados de conocimientos y tan repletos de voluntad
y sacrificio, es imposible que no termine fructificando.
Había alegría a raudales en la II Feria de la Construcción.
Predominaba en las casetas el ambiente agradable y se
hablaba con cierta euforia de cómo la participación de
empresarios y trabajadores era evidente. Alguien dijo, en un
momento determinado, parece mentira que el presidente de la
Ciudad no esté disfrutando de semejante fiesta.
Tenga usted en cuenta, respondió otro, que Vivas es un
peregrino nuevo, o sea de hace dos días, y su fe de iniciado
en la Blanca Paloma es tan grande que le resulta imposible
dejar de estar en la aldea del Rocío. De modo que yo le
entiendo. Y a partir de ahí la discusión comenzó a caldear
el ambiente. Que haya paz, recomendó un tercero. Y destacó
la presencia de Pedro Gordillo en todos los actos.
Con Gordillo tuve la ocasión de charlar un rato. Y le
comuniqué lo mal que había caído entre la gente la ausencia
de Vivas en la II Feria de la Construcción. El
vicepresidente del Gobierno, como no podía ser de otra
manera, trató por todos los medios de quitarle hierro al
asunto. Y paliqueando, paliqueando, ambos aclaramos ciertas
situaciones que son de mucho interés, al menos para mí, pero
que me guardaré muy bien de airearlas.
Gordillo es vehemente, claro que sí; es espontáneo, por
supuesto; y carece de tacto para ocultar su disgusto cuando
se le habla de alguien con quien ha dejado de partir peras.
Si se le nombra a su enemigo, el presidente del PP es
incapaz de sacar a relucir la hipocresía que anida en otros
para sonreír y responder que es mentira lo que se dice por
la calle de tal enemistad. De ahí que oyéndole uno sepa ya a
qué atenerse. Se le ve venir.
Lo cual me congratula. Pues cada día me cuesta más trabajo
soportar a quienes son taimados hasta la náusea. Antes de
abandonar El Varadero, lugar donde mantuvimos la
conversación, Gordillo me puso al tanto de un hecho que no
está dispuesto a seguir admitiendo. Eso sí, me reservo el
derecho de darle publicidad a su confesión en el momento que
lo crea conveniente.
Y en El Varadero, restaurante cuyo propietario es Manolo
Guillén, rociero desde que vestía pantalón corto, y que
algo habrá influido en que la devoción de Juan Vivas por la
Señora de las Marismas sea como es, muchos ceutíes daban
rienda suelta a su alegría. Una alegría desbordante, porque
la II Feria de la Construcción había sido un éxito en todos
los sentidos. Y El Pueblo de Ceuta estuvo allí para contar
todo lo ocurrido. Y, claro, no tenemos más remedio que
destacar también la ausencia del presidente de la Ciudad.
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