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OPINIÓN - MARTES, 13 DE MAYO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

La II Feria de la Construcción
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Se veía venir. Estaba cantado que la II Feria de la Construcción iba a ser un éxito. Y es que la primera piedra de ese triunfo fue colocada hace un año por los organizadores.

Lo que se ha perdido Juan Vivas; él, que tanto habla a favor de que los ceutíes no decaigan en el empeño de imaginar acontecimientos y los estimula para que sean capaces de darles vida propia, se fue al Rocío.

Francisco Navas, Cristóbal Chaves y Javier Arnaiz tuvieron un día la feliz idea de recuperar un concurso de albañilería que databa de los tiempos de Maricastaña. Y dieron el primer paso con los miedos a que la idea naciera muerta. Pero un proyecto cuyos valedores están tan atiborrados de conocimientos y tan repletos de voluntad y sacrificio, es imposible que no termine fructificando.

Había alegría a raudales en la II Feria de la Construcción. Predominaba en las casetas el ambiente agradable y se hablaba con cierta euforia de cómo la participación de empresarios y trabajadores era evidente. Alguien dijo, en un momento determinado, parece mentira que el presidente de la Ciudad no esté disfrutando de semejante fiesta.

Tenga usted en cuenta, respondió otro, que Vivas es un peregrino nuevo, o sea de hace dos días, y su fe de iniciado en la Blanca Paloma es tan grande que le resulta imposible dejar de estar en la aldea del Rocío. De modo que yo le entiendo. Y a partir de ahí la discusión comenzó a caldear el ambiente. Que haya paz, recomendó un tercero. Y destacó la presencia de Pedro Gordillo en todos los actos.

Con Gordillo tuve la ocasión de charlar un rato. Y le comuniqué lo mal que había caído entre la gente la ausencia de Vivas en la II Feria de la Construcción. El vicepresidente del Gobierno, como no podía ser de otra manera, trató por todos los medios de quitarle hierro al asunto. Y paliqueando, paliqueando, ambos aclaramos ciertas situaciones que son de mucho interés, al menos para mí, pero que me guardaré muy bien de airearlas.

Gordillo es vehemente, claro que sí; es espontáneo, por supuesto; y carece de tacto para ocultar su disgusto cuando se le habla de alguien con quien ha dejado de partir peras. Si se le nombra a su enemigo, el presidente del PP es incapaz de sacar a relucir la hipocresía que anida en otros para sonreír y responder que es mentira lo que se dice por la calle de tal enemistad. De ahí que oyéndole uno sepa ya a qué atenerse. Se le ve venir.

Lo cual me congratula. Pues cada día me cuesta más trabajo soportar a quienes son taimados hasta la náusea. Antes de abandonar El Varadero, lugar donde mantuvimos la conversación, Gordillo me puso al tanto de un hecho que no está dispuesto a seguir admitiendo. Eso sí, me reservo el derecho de darle publicidad a su confesión en el momento que lo crea conveniente.

Y en El Varadero, restaurante cuyo propietario es Manolo Guillén, rociero desde que vestía pantalón corto, y que algo habrá influido en que la devoción de Juan Vivas por la Señora de las Marismas sea como es, muchos ceutíes daban rienda suelta a su alegría. Una alegría desbordante, porque la II Feria de la Construcción había sido un éxito en todos los sentidos. Y El Pueblo de Ceuta estuvo allí para contar todo lo ocurrido. Y, claro, no tenemos más remedio que destacar también la ausencia del presidente de la Ciudad.
 

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