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OPINIÓN - DOMINGO, 11 DE MAYO DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Tengo la fea costumbre, desde hace años, de leer todo cuanto cae en mis manos. De hecho soy, eso que llaman, un lector empedernido. La noticia que he leído, si no fuese porque viene en la primera página de un periódico de reconocido prestigio y solvencia, más me parecería un monólogo escrito por algún humorista que una noticia seria. Pero no, es una noticia sería, que de tanta seriedad la lleva a ser portada de “El Mundo”.

Bueno, la verdad sencilla y escueta, es qué no sé por qué me extraño, si en este país en el que vivimos, aún llamado España, ya nada de lo que ocurra nos debe de extrañar porque, al parece, pase lo que pase todo está dentro de la más absoluta normalidad.

La noticia de portada del citado periódico es la siguiente “En la Sanidad vasca saber euskara vale 16 puntos y tener el doctorado a 4”.. Los conocimientos lingüísticos, o sea saber el euskara, son la principal apuesta de cualquier aspirante para ocupar una plaza en la sanidad pública del llamado País Vaco cuando son, simplemente, las Vascongadas, porque jamás fueron país alguno.

Me imagino a un enfermo del riñón, por un suponer, llegando a uno de los hospitales y preguntando por el urólogo y la enfermera diciéndole “Mire urólogo, lo que se dice urólogo no tenemos ningún especialista pero, eso sí, tenemos uno que le faltan cuatro asignaturas para terminar la carrera, que curarle igual no le cura, pero habla de maravilla el euskara. Y el enfermo, con ese pedazo de dolor porque tenía una piedra que no podía expulsar le contesta: “No se puede, usted, imaginar lo tranquilo que me quedo sabiendo que habla, perfectamente, el euskara. Por favor lléveme hasta él. Esos son los médicos de confianza”.

Otro caso que se podría dar sería el de una señora que vaya a parir y traiga mellizos, Imagínense que le médico es novato, acaba de terminar la carrera y la enfermera, no sabe nada de nada pero, ambos dos, hablan de maravilla el euskara. Llevan a la señora al “potro” y la enfemera, libro de medicina en la mano, va leyendo en euskara, naturalmente, lo que le médico tiene que hacer. Sudando a mares, el médico consigue traer el primero al mundo. Y el niño que no llora. la enfermera, siempre en euskara, le dice al médico que hay que darle un golpe para que llore. El médico coge una tabla que había al lado y le pega un tablazo al niño que arranca a llorar. le dice a la enfermera que va a salir a descansar para traer al otro al mundo. Nada más salir el médico, el otro niño asoma la cabeza y le hace señales a la enfermera preguntándole ¿Se ha ido ese desgraciado que le ha dado el tablazo a mí hermano, que quiero nacer?. Y nació sólo, con el consiguiente cabreo del médico que no le había podido darle la bienvenida a éste mundo en euskara. Manda…la cosa

Y es curioso, todo esto, porque los médicos vascos emigran a comunidades vecinas, y musíos profesionales de reconocida solvencia no hayan podido acceder a la sanidad pública vasca al no poder demostrar un conocimiento suficiente de euskara.

Y esto haciéndose con el dinero de los impuestos de todos los españoles. Menos mal que no han contrato a ese oculista que pone las lentillas con chinchetas, por no saber euskara.
 

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