Hasta el perro se opone a que se lleven la primera maravilla
de la Colonia Weil, “ladra diferente cuando suenan las
campanas”, dice Dolores García Salas.
El jueves -señala la presidenta de la barriada, Belén
Sierra- cuando se enteraron de que la ciudad atendería a la
Vicaría y Obispado ceutí y les cedía un solar para colocar
la nueva iglesia “los vecinos se me pusieron hasta
nerviosos”, y es que nadie en esta pequeña vecindad esperaba
la noticia.
Antes de que comenzara la misa de las ocho de la tarde de
ayer, los vecinos se arremolinaban en el umbral de la
parroquia para relatar los acontecimientos que han vivido
los mayores en esta iglesia. ¿Cuántos años tiene esta
iglesia? “¿Cuántos años tiene mi hermana?”, pregunta Antonio
Mora. “62”, le respondió otra. “Pues esos son los años que
tiene esta iglesia”, los mismos que cuando nació María. “Me
acuerdo de los golpes de los operarios terminando la iglesia
cuando nació ella”, comenta Antonio.
Las historias son muchísimas, cada señora, cada señor cuenta
una. “A nosotros no nos molestan las campanas, yo he
limpiado las escaleras aquí, he hecho la comunión”, dice
Dolores. Otra repetía, “sólo queremos que no se la lleven”.
Este pequeño barrio es una caja de zapatos donde viven 28
vecinos. Tranquilidad y orden son los detalles que lo
caracterizan. “Somos como ‘Aquí no hay quien viva’”, con la
suerte de que cuentan con una parroquia propia.
El último y actual párroco que llegó a San Juan de Dios
-prefiere no ser aludido- se encargó de mejorar y arreglar
los desperfectos de este oratorio. Ahora su aspecto es
diferente, muy maquillado, aunque son conscientes de que aún
faltan detalles que pulir. Pero, “yo he visto cómo
arreglaban las iglesias de San Francisco, el Valle y Santa
Teresa, y no ha hecho falta llevárselas a ningún sitio”,
comenta Belén. “Además, esta iglesia no es más pequeña que
la del Valle”, dice otra; “y aquí se celebra misa a diario y
no se queda pequeña; solamente en bautizos, bodas y
comuniones”, explica Belén. A decir verdad, eso sucede en
todos las iglesias parroquiales. Queda clara que la
intención de la Vicaría es la de mejorar en beneficio de los
católicos de este distrito, pero a qué precio. Uno de los
hombres que se acercó ayer a protestar aseguró que su nuevo
emplazamiento -en las inmediaciones de Parque Ceuta- no
convence a los vecinos, debido al ruido que van a hacer las
campanas. A lo que una señora respondió rápidamente: “A
nosotros las campanas no nos molestan, ¿eh?”.
Otra señora asegura que su hijo no quiere ni aparecer por la
barriada desde que se ha enterado que se van a llevar a su
primera maravilla. Da la sensación de que la Vicaría no dará
marcha atrás y que su decisión podrá más que el encanto de
la iglesia y el encanto de estos ‘televisivos’ vecinos.
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