Un día agradable, poco sol y a
pesar de ello un poco de calor. Mientras sopeso mentalmente
la abultada derrota del Barça en el Bernabeu, que dicho sea
la verdad me va a costar una cena en un restaurante moruno a
causa de una apuesta con la responsable de las finanzas del
diario, derrota que me sugiere una pasada por la badana de
los chicos azulgranas… ni para la segunda plaza tienen
aspiraciones.
No acaba ahí la cosa sino que cuando salgo a la calle
después de una jornada más trabajando, me encuentro ante mis
narices un personaje muy popular en la ciudad disfrazado de
tal guisa que me produce la risa. Y no es sólo que esté
disfrazado sino que encima lleva de la soga a un burro
también disfrazado. Burro de los de verdad. No de
calificativo.
Se trata de Dudú, el atleta ceutí ya retirado. ¿Quién me
diría que el atleta estaba tocado del ala? Ignoro si fue un
deportista de élite porque nunca he seguido sus proezas en
la pista. No soy aficionado al atletismo.
Envuelto en un sudario decorado con el escudo del “Madrí”,
bordado o pegado en cada rincón de la tela, portando sendas
banderas de la ciudad y del equipo merengue, andando con
garbo militar y tirando del jumento, mediante una correa
llamativa, disfrazado éste con una camiseta y una banderola
con el escudo del Barça, parecía más bien un desequilibrado
escapado de quién sabe donde.
No sé que habrá hecho el pobre burro, el de verdad no el
otro, para merecer semejante escarnio. No creo que Dudú le
haya preguntado si era forofo del Barça. Los burros no son,
por naturaleza, aficionados al fútbol aunque peguen patadas
de aúpa. Ni mucho menos forofos.
Saltando kilómetros arriba, sin barco ni AVE, me acerco
mentalmente por los madriles para ver que policías corruptos
usurpan el papel a los macarras. Se supone que son los
representantes de la Ley ¿no?, entonces ¿Qué hacen yendo
contra la misma?... semejante entuerto no lo limpia ni el
personaje de don Miguel, el Cervantes se entiende. Hoy tan
de moda. Me refiero al Cervantes. Hasta en Polonia lo
conocen levantando un edificio. Cuando hablo de Polonia me
refiero a la Polonia de verdad, no a la Polonia catalana.
Mientras en la ciudad se dilucida sobre armas fantasmas de
las que salen tiros que matan a una persona, en los
tribunales de otras Comunidades se amontonan sentencias que
agobian a los funcionarios judiciales y alegran las
pajarillas a los delincuentes condenados que esperan se
extravíen sus casos. Los jueces no tienen parte en el asunto
aunque sí arte, se limitan a dictar sentencia tras
sentencia. Así continúan amontonando carpetas de pliegos
tras carpetas de pliegos. Pobres funcionarios. Los veo sin
el sagrado café con leche.
Mientras un gran delincuente convicto y confeso obtiene
permiso de salida por segunda vez, un pobre chico que ha
pillado una cogorza se pudre en el fondo de un calabozo sin
cuento a la espera de juicio por no se sabe qué cosas… ni
fianzas le conceden.
Volviendo por los madriles, un madrileño se pìlla los dedos
con un muelle saltarín cuando intentaba abrir su cama nido
de la marca Flex. Denuncia al canto. Gajes de que su equipo
gane la Liga y al Barça. Tan ciego va que se carga las
huellas dactilares. Y encima, la bola le pasa delante de sus
tres hijos menores de 8 años. Así aprenden los críos el rico
repertorio de palabrotas españolas. Nada hay mejor que un
padre para enseñarles.
Mientras el Tribunal de Justicia de la UE condena el
“céntimo sanitario” (¿por qué llamarán “céntimo sanitario” a
un impuesto sobre los hidrocarburos?) con el que varias
Comunidades atracan un poquito más a los ciudadanos en un
acto reflejo del antiguo derecho de pernada, el mismo
Tribunal cree que el País Vasco puede fijar una fiscalidad
propia distinta a la del país en general. Cosas de locos ¿no
creen?
Así y todo, la vida continúa en la ciudad, con mujeres
reclamando al nuevo Delegado del Gobierno paralizaciones
estatales. Semejante insistencia ya suena rara. Por otro
lado ya me dirán qué hacía cierto Consejero de la Ciudad
reunido con representantes de la barriada del Príncipe en
una cafetería. Sus voces se oían hasta en la cúpula de la
Catedral. El Delegado debe andar contento, ya tiene sobre la
mesa dos asuntos: las reclamaciones de las mujeres y la
promesa de más medios y recursos que le dará el Gobierno del
país.
|