La despedida del ya ex delegado
del Gobierno, Jenaro García Arreciado, del Gobierno de la
Ciudad, viene a demostrar que las dos instituciones claves,
de la Plaza de África y de la Plaza de los Reyes, están
condenadas a entenderse, sean quienes sean, los que ocupen
su primer puesto, en una y en otra.
Posiblemente estos dos últimos años hayan sido los de peores
relaciones entre el Gobierno de la Ciudad y la Delegación
del Gobierno, pero, al final, cada uno tiene su corazón y
los malos momentos, las desiguales relaciones, ya han pasado
a mejor vida.
Y es que los hombres pasan, pero las instituciones siguen
ahí y quieran o no lo que salga de una puede beneficiar a la
otra, si se quieren atemperar los ánimos.
El señor García Arreciado, y no hubiera sido bueno de otra
forma, cumplimentó al presidente de la Ciudad, antes de su
despedida oficial del cargo, el pasado jueves en la Plaza de
los Reyes.
A partir de ahora, borrón y cuenta nueva, uno se ha ido,
viene otro a ocupar su puesto y la Ciudad seguirá su ritmo
similar al que tenía hace dos días.
Luego ya, con el nuevo titular de la Delegación del
Gobierno, veremos si la situación se suaviza un poco más o
si cada parte sigue como estuvo los dos últimos años.
De lo que no nos debe caber duda alguna es de que el nuevo
delegado del Gobierno tiene que traer aprendidas, al menos,
dos lecciones:
La primera por venir de una Ciudad Autónoma con unos
problemas similares a los que se va a encontrar aquí. Eso ya
es conocer algo en profundidad y no empezar de cero.
Y la segunda seguir con el mismo cargo que ostentó durante
cuatro años, cosa que no viene siendo habitual, con lo que
él saldrá ganando, seguramente, pero la propia Ceuta mucho
más.
Y de ahora en adelante, no sólo aquí, sino en todas partes,
va siendo hora de que desde las distintas parcelas que se
ocupen, sean con las siglas que sean, la preocupación única
sea el conseguir todo lo más posible para ese lugar al que
tienes que dirigir.
El hecho de que dominen unas siglas en la Plaza de los Reyes
y otras distintas en la Plaza de África, debiera ser el
acicate para que desde ambos grupos políticos, por encima de
todo, esté la Ciudad, y luego, más tarde, lucir las siglas
de quien lo ha logrado.
Particularmente, en varias ocasiones, con personas de mi
confianza, he dicho que para Ceuta debiera ser positivo el
que estén repartidas las dos instituciones y que más que
perjudicial debe ser beneficioso, porque cada parte tratará
de demostrar su valía, su interés y sus ganas de que
prospere un poco más Ceuta.
En pocas ocasiones el mismo partido ha llevado las riendas
de las dos plazas, y en esos casos no podemos decir que
fuera peor, pero tampoco así fue la panacea.
Son varios los problemas de alcance con los que estos días
se va a encontrar el nuevo delegado del Gobierno, pero sus
tablas en el cargo, su talante y la ilusión que ha
manifestado por este nombramiento nos hacen pensar que lo
solucionará con facilidad, y uno de ellos, posiblemente el
que más suena y que nos afecta es el del Siete Colinas,
donde puede que se vea su primer acto de interés al
enterarse, de verdad, de cual es el problema y como no se ha
solucionado ya, que tiempo ha habido.
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