En esta ciudad los rumores suelen
dispararse con cierta facilidad sobre todo si son sobre
presuntas noticias con cierto grado de morbo, como fue el
caso de la mañana de ayer.
Supuestamente se había producido el presunto rapto de una
menor a la altura de la puerta del colegio Juan Morejón.
Desde que la profesora oyó a su alumno el relato de estos
acontecimientos, la actuación policial fue inmediata con una
respuesta global. Ceuta era desde las nueve de la mañana una
malla tejida por controles policiales en tanto que los
inspectores, subinspectores y agentes de la Policía Nacional
se hacían con el control de la situación.
La vistosidad de los movimientos policiales, junto con el
rapídisimo boca a oído sobrevenido motivó que la noticia se
propalara con una rapidez increible. Eso sí, en función de
con quien se hablaba el suceso se había producido de una
forma distinta.
Es más, durante la espera [no más de 90 minutos] en el
control y localización de los 480 alumnos del Juan Morejón,
los rumores eran cada vez más alejados de la realidad. Se
oyó sobre las diez y cuarto de la mañana que la Policía
había detenido a un sospechoso; se escuchó insistentemente
que se había detenido a un individuo en la frontera que
escondía en su maletero a una niña. Y todo esto llegaba con
casi carta de naturaleza al mismo epicentro de las
operaciones, el colegio Juan Morejón ante la perplejidad de
los profesionales de la seguridad que allí se encontraban,
quienes por supuesto desmentían una tras otras las
‘alucinadas’ que corrían esquina por esquina en la ciudad.
La verdad es mucho más simple, más llana. No hubo tal rapto
y sí una versión de un chico de siete años por cuya causa se
movilizó un amplísimo dispositivo policial. ¿Lo positivo?,
que se comprobó una reacción excelente de las Fuerzas de
Seguridad. ¿Lo negativo?, probablemente que se vean en
exceso programas televisivos fuera de horarios infantiles.
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