Con más de veinte años de experiencia como funcionario de
prisiones y el paso por cinco cárceles, Juan Hernández ha
comprendido que en la formación laboral está la clave para
la reinserción de los reclusos. Sin embargo, en un centro
preventivo como ‘Los Rosales’, donde la escasa habitabilidad
y una sobrepoblación del quince por ciento hacen imposible
la tarea de llevar a cabo todos los planes que se tienen en
mente para el aprendizaje de los reclusos. El nuevo centro
penitenciario que verá la luz cerca de Fuerte Mendizábal en
“tres años más o menos” permitirá que incluso los
empresarios puedan tener en un penal sus oficinas de
trabajo”sin pagar agua ni luz” y contar con una mano de obra
cualificada.
Pregunta.- ¿Cómo es el día de un director de prisión en
‘Los Rosales’?
Respuesta.- Exactamente el mismo que para cualquier
profesional de una institución penitenciaria. Nosotros
tenemos a nuestro cargo a personas y, por ello, nuestra
principal función es que estas personas tengan cubiertas sus
necesidades básicas, como estar alimentados y dormir, además
de intentar que reciban una formación para volver a ser
reinsertados. La diferencia que existe entre ellos –los
internos- y nosotros, es, básicamente, que ellos no tienen
la libertad con la que contamos. Luego nuestra misión es
facilitarles a ellos todas esas cosas que nosotros hacemos
estando en libertad.
P.- Sin embargo, la vida aquí requiere de algún tipo de
disciplina...
R.- Por supuesto. A nadie se le ocurre que un interno de Los
Rosales pueda comer a la hora que le parezca, de la misma
forma que en un internado, por ejemplo, también hay un orden
y horario para las comidas, así como para el resto del día.
Se despiertan a las ocho de la mañana y salen de las celdas.
Comienza entonces la fase de aseo, en la que se duchan, para
llegar al patio a las ocho y media. En ese momento, se
trasladan al comedor para desayunar. Tras el desayuno,
marchan para desempeñar las distintas actividades que se dan
en el centro.
P.- ¿Cuáles son esas actividades?
R.- Pues hay internos que asisten a la escuela en los
diferentes niveles educativos, para los cuales contamos con
distintos profesores del Ministerio de Educación, que son de
fuera de la cárcel, y que vienen a trabajar como si de otro
centro educativo se tratara. En estos momentos se cuenta con
cinco profesores en el centro y un total de 61 internos que
reciben formación. Las clases comienzan sobre las nueve y
finalizan a la una del mediodía. El centro de referencia
para la educación es el Edrissis, dirigido a la enseñanza de
adultos.
P.- ¿Qué contenidos, materias y niveles de educación se
imparten en las aulas de Los Rosales?
R.- Hay educación en todos los niveles y son los mismos
contenidos que se dan en la calle. Hay clases básicas para
los internos que no saben leer o escribir; a las personas
más avanzadas se les ofrece un amplio abanico de enseñanzas
regulares, las mismas que se dan en colegios e institutos.
Además, el que quiera y cuenta con los conocimientos mínimos
exigidos, puede estudiar una carrera, pasando la prueba de
mayores de 25 años o contando con el COU. Así, al final del
curso y tras los correspondientes exámenes, podrá conseguir
el título de diplomatura o licenciatura homologado igual al
de una persona de la calle. Por ejemplo, si tú obtienes el
título de Psicología por la UNED al igual que lo hace un
recluso, ambos vais a tener la misma titulación, un papel en
que no dice nada sobre el lugar donde el preso estudió, sino
de la institución que acreditó esa cualificación, que es la
Universidad Nacional de Educación a Distancia. Por eso, en
Los Rosales incitamos a que la gente estudie, para que el
día que salgan no se vayan con las manos vacías, sino que
puedan reinsertarse en la sociedad de manera plena.
P.- Y es que el tiempo libre con que se cuenta bajo
presidio da juego para hacer muchas cosas.
R.- Eso es. Yo, en muchas ocasiones, pienso en el tiempo que
se tiene entre manos cuando se está entre cuatro paredes.
Ellos no tienen ningún tipo de carga ni preocupaciones que
les distraigan, luego pueden emplear todo el día en
estudiar, aprender un trabajo e, incluso, realizar un
oficio. El resto de los mortales, los que estamos en la
calle, no tenemos tiempo para nada, y queremos hacer muchas
cosas a las que, más tarde, tenemos que renunciar porque
precisamente por nuestras labores, nivel de vida y oficio
nos exigen mucho tiempo diariamente. Además, hay que
resaltar que todas estas cosas se pueden hacer aquí de forma
completamente gratuita, ya que el Estado paga las
matriculaciones de la Universidad, a los profesores de
Educación Primaria y Secundaria, así como los cursos de
formación laboral. El Gobierno paga los libros y a los
maestros y el alumno lo único que tiene que poner es su
tiempo de estudio y el esfuerzo. Por eso me da mucha lástima
que algunas personas no aprovechen todos los recursos que la
sociedad les pone a disposición para poder estudiar y
formarse aún más como personas.
P.- ¿Cómo llegan los profesores por primera vez a la
cárcel?
R.- Es cierto que al comienzo la pisan el primer día con un
poco de recelo. Pero se animan con el tiempo cuando ven cómo
es el ambiente aquí, y les acaba gustando. Yo conozco a
profesores de EGB que antiguamente eran exclusivos de
prisiones. Hoy en día, un maestro es más polivalente, y esto
mismo permite que un profesor que durante un tiempo haya
dado clase en un colegio, por ejemplo, pueda venir una
temporada para dar clases o cursos en la prisión. Si antes
había unas oposiciones exclusivas para prisiones, hoy en día
ya se oposita para todos los centros formativos, incluso los
que se encuentran entre cuatro paredes. Y se dan muy bien
las clases aquí: yo conozco a personas que empezaron su
carrera de profesor dando clases en prisión gracias tras
opositar para profesor de prisión y, una vez la ley permitió
que dieran clases en otros centros con esta acreditación,
han optado por quedarse en este entorno, porque esto
engancha y no es tan peligroso como se muestra en las
películas.
P.- Con relación a su trabajo diario, me imagino que
tendrá un contacto más o menos cercano con los internos para
ver cómo están.
R.- Si, aunque actualmente no tengo todo el tiempo que me
gustaría para dedicarles. Aún así, intento pasar
regularmente por las celdas para ver cómo se encuentran. Con
más de veinte años a mis espaldas como funcionario de
prisiones –ha pasado por las cárceles de Huelva, Cáceres,
Badajoz, Sevilla y, ahora, Ceuta- de alguna forma llegas a
conocer a las personas que están dentro.
P.- En esos paseos por las dependencias, sabrá cuáles son
las ventajas y desventajas con que cuenta este penal…
Pregunto esto porque numerosas publicaciones han hablado
sobre el estado de las instalaciones de ‘Los Rosales’.
R.- Esta cárcel fue edificada en la década de los 50, hace
más de cincuenta años. Y, precisamente, tras estar abierto
desde hace cincuenta años durante las 24 horas del día,
tiene un desgaste. Además, cuando se hizo esta prisión, la
construcción se llevó a cabo con arreglo a aquella época. Es
una cárcel que se ha quedado pequeña y que no cuenta con los
mismos medios que cuando fue habilitada antaño y con la que
cuentan las prisiones nuevas.
P.- Se habla de que las celdas son compartidas por varios
internos, hasta tres reclusos dentro del mismo habitáculo.
¿Es cierto?
R.- En la Ley Orgánica General Penitenciaria se establece lo
que comúnmente se llama Principio Celular, que es la norma
de un individuo por celda. En el año 1979, momento en que se
creó esta Ley decía que la institución debía cumplir este
principio. Sin embargo, y aunque las cárceles se construyen
cada año –se han inaugurado tres recientemente en la zona de
Levante y la de Puerto III cuenta ya con 1.008 celdas-, el
volumen de población reclusa en España hace muy difícil
cumplir esta norma. Entonces, hasta que se llegue al nivel
equiparado de presos y construcción de plantas, nos tenemos
que amoldar a la realidad. En nuestro caso, en el de Ceuta,
se están ocupando actualmente una celda por dos internos. Yo
digo, y no porque tenga que defender una postura oficial
sino porque he estado en varias cárceles y mi experiencia me
ha llevado a ver cómo son las cosas, sé que los que quieren
estar solos en la celda son muy pocos. Los reclusos quieren
compañía dentro de los habitáculos. Otra cosa es intentar
meter a tres, cuatro o cinco personas cuando sólo hay dos
camas. Pero los internos quieren estar acompañados por otra
persona. El ideal es que las instalaciones nos permitan
tener a un recluso por celda, pero estoy seguro que, una vez
llegado a ese ideal, los presos nos pedirán tener a un
compañero de celda. Si me preguntas si hace unos años se dio
la situación de albergar a tres o cuatro reclusos en la
misma estancia, te responderé que sí, efectivamente, pero
hay que tener en cuenta que esta cárcel se hizo en el año
55, y se hicieron celdas no homologadas en el sentido
estricto de la palabra, todas iguales, sino que algunas
tienen capacidad para hasta cuatro personas; en caso
contrario, si el espacio no fuera suficiente, no se hubiera
metido a cuatro personas en la misma celda. Además, los
reclusos sólo usan éstas para dormir por la noche y para
echar la siesta. El resto del día están fuera.
P.- ¿Se puede hablar, entonces, de mejoras sustanciales
para la población recluida con las nuevas instalaciones
penitenciarias que se proyectarán para Ceuta?
R.- Efectivamente. Hay un proyecto de prisión para Ceuta y
estará lista, espero, en el plazo de unos tres años
aproximadamente. Esa prisión llevará de todo y en ellos sí
que se podrán llevar a cabo los talleres que tenemos
planteados, con una salida profesional para los reclusos.
Tendrá una capacidad total de 645 celdas en un espacio total
de 323.000 metros cuadrados. Estará situada cerca de la
frontera, entre el Cerro de la Mora y el Fuerte Mendizábal.
Además, los ciudadanos de origen magrebí que pueden entrar
en Ceuta con su visado visitan a los reclusos. Pero,
imagínate, con una cárcel de mayor ocupabilidad la de presos
que podrían traerse de cárceles de la Península cuyos
familiares, por su condición de residentes en Marruecos y
con visado de entrada en Ceuta por vivir en Tetuán, no
pueden cruzar el charco para ver a sus familiares recluidos
en cárceles de la Península.
P.- Además, habrá nuevas salidas profesionales para los
reclusos, ¿no?
R.- Eso es. Hay una fórmula que consiste en un empresario en
la calle al que se le ofrece en la prisión un local de
trabajo que no tendrá que pagar, así como servicios –luz,
agua y electricidad- que no tendrá que pagar. Así como una
mano de obra dispuesta a trabajar al cien por cien desde el
primer día tras un periodo de formación, y que llegará
puntual al trabajo, porque no tendrá que coger el coche para
llegar tarde al trabajo por culpa del tráfico. Además, no
habrá puntos de conflicto como huelgas y esas cosas. Por
supuesto, todos los presos serán contratados.
P.- Esta iniciativa llegará de la mano de la nueva
prisión, porque el reducido espacio de ésta no permite
llevar a cabo esta actividad laboral, ¿no es así?
R.- Así es. En este centro no tenemos ese tipo de garantías
porque no hay sitio suficiente para que los internos
trabajen de esta forma. Sin embargo, en ‘Los Rosales’ ya hay
internos que trabajan. Porque a día de hoy hay unos 280
internos –coincide la cifra con la ofrecida por el
Ministerio del Interior- que tienen que comer cada día. Y,
¿quién hace la comida en la cárcel? Hay contratado un jefe
de cocina de la calle, que cuenta con un séquito de
cocineros reclusos que trabajan en la cocina. Y estos
internos cobran entre 230 y 250 euros al mes por este
trabajo, al igual que los que trabajan en el economato, que
se dedican a ofrecer el café y el tabaco, entre otras cosas,
que los internos tienen derecho a comprar. El economato es
un punto de venta para los internos, donde pueden conseguir
enseres como el café, tabaco, bollería y latas de conservas.
Son trabajadores, están asegurados y cobran por ello. Por
otro lado, en una institución como ésta, que tiene desgaste,
necesita que mantenga, luego varios reclusos se afanan en
las tareas de mantenimiento. Estamos hablando de albañiles y
electricistas, internos que se dedican a la limpieza de
lugares comunes.
P.- Pero no sólo habrá albañiles y electricistas en el
centro, ¿no?
R.- Hasta el momento, éstos son los oficios desempeñados,
puesto que no hay espacio para llevar a cabo esa iniciativa
de que los empresarios tengan en la población reclusa y en
el centro su mano de obra y lugar de trabajo. Esta prisión
es muy pequeña y, por eso, hasta que llegue la prisión nueva
se ponga a punto, hemos apostado por la formación, unos
cursos de formación profesional para el empleo costeados por
el Fondo Social Europeo y del Estado, de electricista, de
pintor, de peluquero y de albañil. Ya que no hay sitio para
trabajar en los talleres que nos gustaría, se formen en
estas ocupaciones. Cada uno de los módulos de aprendizaje
cuenta con 15 plazas, que ya han sido cubiertas, luego
hablamos de 60 internos que se están formando para ser
electricistas, pintores, peluqueros y albañiles. Estos están
a cargo de monitores que vienen de la calle, contratados a
través del INEM.
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