Silencioso desde que supo que no seguiría en Ceuta,
Arreciado formalizará hoy ante la alta sociedad de la ciudad
autónoma su adiós a la plaza, en la que ha permanecido casi
dos años. Dicen quienes le vieron la cara la mañana que supo
de su sustitución en la cafetería donde solía tomarse el
café que el rostro le delataba que no, que no quería irse,
que pese a estar lejos de su familia con su carácter
reservado, refractario a dejarse ver porque sí, le había
cogido el gusto al reto. Ayer, cumplidor, fue al puerto a
recoger a su sustituto, José Fernández Chacón, que prometió
“ganas y trabajo” para rematar la faena.
A sólo tres semanas de cumplir dos años al frente de la
Delegación del Gobierno en Ceuta, Jenaro García Arreciado
ofició ayer, ya desde un buscado segundo plano, de anfitrión
del que hoy será ya formal y físicamente su sustituto, el
también andaluz José Fernández Chacón, que cambia así
Melilla, “cuatro años más tarde, por el lugar donde quería
estar en 2004”.
Poco antes de mediodía, el ingenioso hidalgo onubense acudió
al puerto para recibir al utrerano y, desde allí, se acercó
a la Delegación para, con el único propósito de guiarle,
encerrarse con Chacón “durante horas” en su ya antiguo
despacho para ponerle al día.
Previamente, en la puerta, el nuevo delegado atendió
brevemente a los periodistas que les esperaban para decirles
que viene “con mucha ilusión y ganas de trabajar los
próximos cuatro años” y para tender un cable, siquiera
semánticamente, a Juan Vivas: “La ciudad es hermosa,
preciosa y marinera, y como yo he vivido toda mi vida en
ciudades con puerto, encantado de la vida”, se felicitó.
Prudente, como Arreciado hace dos años, Chacón pidió “unos
días” para ver el estado de las cosas y garantizó, como su
predecesor en 2006, contar “con todas las fuerzas e
instituciones” para informar al Gobierno de España de cuáles
son los problemas de Ceuta y para “adaptar las medidas a la
realidad con el fin de que dentro de cuatro años podamos
conseguir una ceuta mejor entre todos”.
En la mitad de tiempo, a juzgar por los números, a los que
el ex delegado siempre demostró tener tanto afecto como a la
música y las letras, sus dos pasiones privadas, Arreciado
también lo ha conseguido.
Aunque, obviamente, no todo el mérito ha sido suyo, según la
última estadística de la Encuesta de Población Activa (EPA),
el más fiable de los métodos para medir la evolución del
empleo, Arreciado deja Ceuta con 5.100 parados, un 18,2%
menos que doce meses atrás.
En términos macroeconómicos la situación económica de Ceuta
también mejoró significativamente durante el año pasado. El
Producto Interior Bruto (PIB) de la ciudad autónoma pasó en
2007 de 1.585 millones de euros a 1.698, si bien el
crecimiento fue ligeramente inferior a las medias
nacionales.
En términos microeconómicos la evolución de Ceuta ha sido
más sobresaliente, y tanto los datos de las ventas del
comercio al por menor como los del número de afiliados a la
Seguridad Social han venido aumentando de manera sostenida,
en este caso sí por encima de las medias estatales.
Más que ver ha tenido su gestión, sin duda, en aspectos más
difíciles de medir en términos matemáticos. “Mis objetivos y
prioridades”, resumió hace un año, cumplía otro tanto en
Ceuta, “son particulares: habrá paso alternativo al Biutz,
eso seguro”, previó para el que podría ser su final lógico,
ahora. “Me gustaría ver, además, las obras de la nueva
Comandancia de la Guardia Civil, que es un proyecto muy
importante. También ver iniciadas las de la nueva prisión.
Encarrilar la aplicación de la Ley de Dependencia, iniciar
las obras del nuevo Palacio de Justicia y el nuevo
instituto... Hay mucho trabajo por delante”, amplió.
Llegado al horizonte, Arreciado parte de vuelta a la
península con casi todos los objetivos que se autoimpuso
cumplidos. Todos excepto el del Palacio de Justicia,
retrasado a causa de diferentes problemas urbanísticos
vinculados con la Ciudad Autónoma y la parte privada que
parecen definitivamente resueltos tras su última reunión de
trabajo con Vivas, y el del nuevo instituto, demorado por
los rastros de contaminación hallados en Ybarrola y el
retraso que acumula la expropiación de las naves del
Sardinero.
En su haber queda, también, el paso alternativo al Biutz,
uno de sus quebraderos de cabeza continuos en los polígonos
del Tarajal. Se supone que, al menos sobre el papel, la
alternativa está diseñada, pero su ejecución pende del
beneplácito de Marruecos, que como con el caso de la aduana
comercial amenaza con convertir el asunto en un dolor de
cabeza para cualquier delegado que llegue a la ciudad.
Estos dos años dieron también para estabilizar la gestión
del fenómeno migratorio. Arreciado deja el Centro de
Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) con una ocupación
por debajo de su capacidad máxima operativa (512 plazas) y
una herencia complicada para Chacón: la situación de los
inmigrantes hindúes que, siguiendo el ejemplo de los
bangladeshíes de hace medio año, huyeron al monte hace
cuatro semanas.
Torcida entonces su voluntad de no ceder ante la presión de
los indocumentados por la habilidad negociadora de
diferentes oenegés madrileñas, Arreciado quiso dejar claro
esta vez que no habría nuevas medidas de gracia, lo que le
valió una bravata de la Comunidad Hindú de Ceuta en cuando
se supo que no seguiría en la Plaza de los Reyes.
No fue la única patadita que recibió cuando dio la espalda a
la Delegación. Su adversario más prolífico, Juan Luis
Aróstegui (CCOO), que hace no mucho pactó con él que un 20%
de las plazas del próximo Plan de Empleo fuesen de libre
designación, le dedicó inmediatamente después de ser
relevado las mismas palabras con que le recibió: “Ha sido el
peor delegado de la historia de España”.
Extremadamente reservado y tan poco amigo de la calle y la
fiesta como de dejarse ver porque sí, actitud que no acaba
de agradar a algunos compañeros de partido, Arreciado será
recordado también por sus declaraciones, tan claras y
honestas, como dicen quienes trabajaron con él de su
carácter, como polémicas.
Sonados fueron sus choques con sindicatos y patronal cuando
se negó a firmar una hoja de deberes al Gobierno central,
poco después de llegar aquí. Cuando cogió suelo, con el paso
del tiempo, Arreciado pulió las formas y ganó fondo.
Golfista de postín, dicen sus amigos de Huelva que le
visitaban a menudo, escogió con cuidado los hoyos para sus
dardos y poco a poco fue apartando a Vivas de ellos con
sutileza para dirigirlos contra el resto de pesos pesados
del PP, de los que ninguno ha tenido una palabra amable en
su despedida para él más allá del presidente. Osado, criticó
la escasa disponibilidad a trabajar de muchos ceutíes e
invitó a todos a viajar sólo lo necesario, en unas
declaraciones que acabó matizando, para forzar a las
navieras a bajar sus precios.
Ahí precisamente encontró uno de los campos de batalla que,
coinciden en todos los partidos, se le acabarán agradeciendo
tanto como las inversiones que por un valor superior a 200
millones de euros deja en marcha en Ceuta.
Con ellos se levantarán sedes nuevas para la Guardia Civil y
la Policía Nacional, que han visto sensiblemente
incrementados sus efectivos en la ciudad; se remozará
íntegramente la red de carreteras nacionales; se construirá
la anhelada Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) y
se ampliará la desaladora, entre otras actuaciones.
Y es que hace diez días el delegado dejó encauzado en Madrid
el sistema que podría, si no revolucionar, sí modificar
significativamente el régimen de gestión del servicio de
transporte marítimo, esencial para Ceuta y los ceutíes.
Se va, así, hoy, con todos sus secretos a cuestas y la boca
sellada, el delegado-funcionario-político que supo dejar
hacer a sus colaboradores y “confiar en la gente”, dicen en
su entorno, para dejar paso a otro delegado andaluz, se
supone que también de la estricta confianza del PSOE de
Chaves, sin aclarar si quería o no quedarse en la Delegación
del Gobierno en Ceuta para terminar el trabajo iniciado y
aprobar dos asignaturas históricas, la del desempleo y la
del fracaso escolar.
Queda marcado, para su sustituto, un sendero ideológico.
Hace un mes, este periódico le preguntó si, por la senda
trazada en las generales, de vuelta a su electorado natural,
el de los más desfavorecidos, su partido estaba preparado
para volver a ser tachado de ser el “amigo de los moros”.
Avispa y mariposa, Ali y Frazier en uno, preocupado desde el
principio por la brecha social a su alrededor, Arreciado no
se tentó la ropa: “Sería una bonita batalla porque sería
justa”, dijo sin saber aún si estaría aquí para librarla.
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Dos biografías para un mismo puesto
El nuevo delegado del Gobierno en
Ceuta, José Fernández Chacón (Utrera, Sevilla, 1954), tiene
siete años menos que su antecesor en el cargo, Jenaro García
Arreciado (Huelva, 1947), que cumplió años hace apenas dos
semanas. Ambos están casados, aunque el químico sevillano,
gaditano de adopción, tiene cuatro hijos y su predecesor al
frente de la institución de la Plaza de los Reyes sólo dos.
Ex concejal del Ayuntamiento de Cádiz, Chacón es licenciado
en Ciencias Químicas por la Universidad de Sevilla y doctor
en Medicina y Cirugía por la de Cádiz. El onubense, por su
parte, es ingeniero industrial y funcionario de la Escala
Técnica de Gestión de Organismos Autónomos, desde 1976.
Entre 1979 y 1982 fue gerente de la Empresa Municipal de
Aguas de Huelva, desde donde saltó al Congreso de los
Diputados. Allí permaneció hasta 1998, momento en el que se
hizo cargo de la Autoridad Portuaria de Huelva hasta que
desembarcó en el INEM provincial, ya con Zapatero en La
Moncloa. Los últimos doce meses antes de acabar en Ceuta
ejerció como coordinador parlamentario e institucional del
Gabinete de la ministra de Fomento. Jefe del Departamento de
Bioquímica del hospital ‘San Rafael’ de Cádiz, Chacón
accedió con 33 años al Ayuntamiento de Cádiz, donde estuvo
hasta 1995, compaginando desde 1993 este cargo con el de
senador. En el año 2000 saltó a las listas del Congreso,
donde permaneció hasta 2004, cuando fue destinado a la
Delegación del Gobierno en Melilla.
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