Los otros días me sorprendió un
amigo cuando me dijo que no había llegado a más, porque no
había sabido vender “la moto”. Que de haberla sabido vender,
hoy día, estaría ocupando un buen puesto y con una buena
pasta gansa.
La verdad, sea dicha de paso, me dejo algo sorprendido,
porque no esperaba la frase y, además, sigo sin entender muy
bien lo que me quería decir con la misma. Quizás porque
jamás en mí vida he tenido moto y sin ella, difícilmente,
podría dedicar a vender algo que no poseo.
Ahora, eso sí, a pesar de no tener moto para venderla, he
hecho de mí vida lo que me ha dado la real gana sin
preocuparme, ni poco ni mucho, la opinión de los demás.
Todo cuanto quise ser lo fui sin necesidad de deberle nada a
nadie. Lo hice por mis propios méritos lo que, por supuesto,
me evitó el tener que decir, a cada momento, “si bwana”, ni
meterme a lameculo, pelota o chivato, de algunos mandas, en
su mayoría analfabetos a los que la tómbola de la vida les
dio la gorra y el pito con mando.
Si te refieres a eso, amigo mío, cada día me siento más
orgulloso de no haber tenido, en mi vida, moto alguna que
vender. Esa “moto”, a la que te refieres, sólo la venden
aunque no la posean, todos los pobres inútiles que tienen
que andar, por la vida, mendigando un puesto de trabajo a
unos inútiles mayores que ellos, para convertirse en los
lameculos de turno, en pelotas o chivatos del analfabeto
manda de turno.
Esta fauna, vendedora de “motos”, de esas “motos” que sólo
existen en tu pensamiento, amigo mío, son uso pobres diablos
capaces de agarrarse a un clavo ardiendo, arrastrándose a
los píes de los mandas de turno para que les den un
puestecito de trabajo con una buena pasta gansa porque, a lo
largo de sus vidas, no han tenido “cataplinez” de conseguir
algo si no es de esa manera.
Cosa esa de arrastrase, mendigar, ser lameculos, pelotas y
chivatos, que encanta a todos los mandas, politiquillos de
medio pelo, personajillos del tres al cuarto que, de esa
manera, ven cumplidos sus sueños de demostrar que son
alguien, pues para eso tienen la gorra y el pito que les
tocó en la tómbola de la vida, y toda esa fauna de mediocres
que se arrastran a sus píes, convirtiéndoles, en lo que
jamás hubiesen llegado a ser, personajes importantes que
para eso, tienen un montón de “si bwana”, mostrándoselos al
personal, como los emperadores mostraban a sus esclavos, si
es necesario, enseñándoles sus dentaduras.
¿Tú crees, amigo mío, conociéndome, como dices que me
conoces, qué yo puedo vender esa clase de “moto”, a ese
grupo de analfabetos con gorra y pito?. No, amigo, no podría
jamás hacerlo porque me siento orgulloso de ser libre,
totalmente libre, desde que abrí los ojos a este mundo y
continuare siéndolo el día que, como todos los mortales,
tenga que cerrarlos
Quiero que el día que me marche, porque todos nos tenemos
que machar, incluso los que viven pobres para morir ricos,
mis hijos se sientan orgullos de que su padre jamás vendió
“moto” alguna, porque nunca tuvo “moto” que vender.
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