El día no se presenta con la
alegría que era de esperar. El sol parece presentar un
aspecto humilde escondiéndose de vez en cuando tras unos
jirones de nubes. El viento sopla a veces con ráfagas
impertinentes que resultan molestas en demasía. Pese a todo
ello no he tenido más remedio que acudir al Parque
Mediterráneo porque así se lo prometí a mi hijo pequeño.
Tumbado en la “camilla” de plástico a orillas del lago
artificial destinado a los más pequeños, mientras mi hijo se
dedica a bañarse junto a sus innumerables bichos (desde una
mantis religiosa hasta un escarabajo rinoceronte) de
plástico, observo el entorno que me rodea y veo un fallo
enorme en la construcción del Parque.
Varios niños pequeños, de edades comprendidas entre 1 y 5
años, andan jugando en el agua del “coto” reservado a ellos,
de vez en cuando alguno se adentra en zona de mayor
profundidad y es reprendido por su familiar (ignoro si es el
padre, la madre, el abuelo o la abuela), regresando a la
zona de seguridad.
Observo cómo algunos infantes, mi hijo incluido, se suben a
las rocas diseminadas, en un alarde decorativo, por toda la
zona del lago artificial. No tendría importancia esas
acciones de candidatos a escaladores porque la altura no es
mucha, si no fuera porque esas rocas tienen unos cables
eléctricos que unen unos focos con los que de noche ilumina
la escena. Ahí está el peligro, con el cuerpo mojado
cualquier niño que toque una de esas lámparas o se agarren
al cable y éste se suelte… electrocutado inmediatamente. Ya
se que tenemos, los padres y madres, que estar vigilantes
sobre las acciones de nuestros hijos pero… una distracción,
por mínima que sea, basta para desencadenar el infierno.
Observo también a algunos pequeños que al bajar desde el
bordillo del lago artificial al agua sufren tremendos
batacazos al resbalar sobre la superficie del fondo pintada
de azul. Cualquier día asistiremos a un accidente de
consecuencias muy graves si el infante, al resbalar, se
golpea la nuca con el bordillo pétreo del lago. No estaría
de más que la dirección del Parque revistiera de material
antideslizante una superficie en torno al acceso al lago
desde los bordillos, como de un metro de ancho, a fin de
evitar esos resbalones. Es una situación increíble la
inseguridad que presenta el Parque en ese aspecto.
Saltando de tema, veo que se ha presentado una situación
increíble en torno a la demanda que los familiares de los
militares han dirigido a las Casas de Ceuta diseminadas por
la península. No es de recibo, ni lógico, que entidades
culturales y recreativas sean usadas para exigir o reclamar
cosas que pertenecen a ámbitos ajenos a las finalidades de
las mismas. Las Casas de Ceuta en la península no son
partidos políticos, ni delegaciones de nadie. Son entidades
culturales y recreativas que además de realizar las
actividades inherentes a esos conceptos, promueven el
interés de dar a conocer nuestra ciudad en otras ciudades,
provincias o Comunidades; no son viveros de actividades
políticas ni de apoyo a determinados sectores específicos
del conglomerado general del país.
Si fuera cierto que las Casas de Ceuta apoyan determinadas
iniciativas políticas de manera tan descarada, no tendría
más remedio que darme de baja como socio. No puedo aceptar
que una entidad con fines concretos sea utilizada por
determinado sector para sus propios fines ilógicos. No voy a
aceptar el uso partidista de una entidad deportiva, cultural
y recreativa. Ellos sabrán lo que hacen. Cuando escribo
‘ellos’ me refiero a los responsables de las Casas de Ceuta
en la península y en Melilla.
Para terminar, felicito a los “pseudo-caballas” forofos del
“Madrí”, incluido Juan Vivas, por el título conseguido por
el equipo y les hecho en cara que no se vuelquen, con ese
furor, con el equipo de la Ciudad y demuestren más
“forosidad” con el A. D. Ceuta y la empujen a ascender de
categoría. Adorar a equipos ajenos a nuestra ciudad no es
lógico…
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