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OPINIÓN - MARTES, 6 DE MAYO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Corporativismo trasnochado
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Vino al caso recordar días atrás el cierre de “El Periódico de Ceuta” por orden de Francisco Fraiz, siendo éste alcalde, allá en los albores de los años noventa. Una decisión que demostraba plenamente cómo aquel personaje estaba siempre dispuesto a emplear la fuerza contra cuantos no le bailasen el agua.

El cierre de un periódico es algo muy serio. Y cualquier autoridad que decida dar ese paso ha de tener razones muy poderosas para ello. Las de Fraiz fueron, sin duda, lo mucho que le molestaba levantarse cada mañana sabiendo que había un medio donde algunos profesionales denunciaban sus errores y destacaban su comportamiento atrabiliario.

Verdad es también que a la vera de aquel alcalde de carácter variable, irascible y tonante, se encontraba un empresario, metido a político, atento en todo momento a incitarle para que no dudara en aprovecharse de la falta de un requisito burocrático y enviase a los guardias con la orden de ponerle el precinto a la nave donde el periódico adquiría vida. Un requisito incumplido por casi todos los propietarios de naves construidas en el muelle de poniente. Y a los que la primera autoridad municipal no molestó en absoluto.

El personal de “El Periódico de Ceuta”, reunido con el testaferro de éste, Félix Muñoz, acordó hacer frente a un cierre que tenía como principal motivo mantener el monopolio periodístico en la ciudad. Y de esa reunión salió la idea de resistir delante de la puerta las acometidas de los guardias. Los designados para tal menester lo teníamos muy claro: hacer todo lo posible para que semejante atropello no quedara impune.

Llegado el momento, y cuando me dio por mirar a mi alrededor, sólo hallé a Juan Luis Aróstegui y a José Antonio Alarcón, ambos pertenecientes a Comisiones Obreras, acompañándome en tan arriesgada empresa. Eran otros tiempos... Y sobra decir dónde acabamos los tres. Menos mal que hubo un periodista enviado por Pedro J. Ramírez para publicar en “El Mundo” todo lo ocurrido.

Sin embargo, al margen del miedo mostrado por el director, el subdirector y otros cargos del periódico, escondidos todos en una ferretería aneja a la nave, lo que sí eché de menos es el tan cacareado corporativismo del cual suelen hacer gala muchos periodistas locales. Un corporativismo que tampoco pude ver cuando puse otra vez mis cinco sentidos en defenderme del atentado del que fui objeto por parte de un trío salvaje. Y que me dejó secuelas importantes.

Por consiguiente, quienes desconocen cómo es Ceuta, por edad o porque llevan viviéndola poco tiempo, deberían procurar aprender el oficio de escribir en periódicos antes de ir divagando acerca de que la defensa de todo compañero es imprescindible.

Pues no comulgo yo con la defensa por sistema de profesionales que dejen mucho que desear o que hayan cometido cualquier barrabasada. De ahí que creyera conveniente opinar del lío que se armó en la televisión pública. Del cual sigo manteniendo que todas las partes son culpables. En mayor o menor grado.

Aunque me cueste, una vez más, por vivir en una ciudad pequeña, que se me retiren saludos. Lo cual implica la existencia de elementos de rencor. Y aviso los periodistas afines al corporativismo trasnochado: el periódico es una empresa. Y ponerse moños es lo menos indicado.
 

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