Lunes. 28
El domingo acudí, una vez más, a mi cita puntual con Radio
Televisión Ceuta para ver el partido del equipo local en
tierras talaveranas (Por cierto, que lo poco que vi me hizo
recordar la fase de ascenso a Segunda División A que jugué
yo con ese equipo frente al Eibar, en la temporada 64-65).
Pero, siguiendo mi máxima de no entrar en detalles del
partido y mucho menos si sólo he presenciado veintitantos
minutos, me van a permitir que les diga lo siguiente: me
causó grima comprobar la falta de profesionalidad que existe
en RTVCE. Toda una indolencia rayana en algo peor:
holgazanería y falta de ganas por hacer las cosas como
corresponde a un medio cuyo presupuesto es de proporciones
más que considerables. Me explico: debido a problemas
técnicos que impedían ver las imágenes, salía un rótulo que
nos advertía de tan negativa circunstancia. Pues bien,
durante minutos y minutos aparecía lo escrito con más
errores que texto. Resultaba lamentable, pues, presenciar
tantos disparates juntos en apenas doce vocablos. Verdad es
que, pasado su tiempo, alguien se dio cuenta de que estaban
quedando peor que Cagancho en Almagro... y comenzó a
corregir. Con poco acierto. Quede claro.
Martes. 29
En cuanto pongo los pies en la calle hay quien me pone al
tanto de lo ocurrido el domingo pasado en Radio Televisión
Ceuta. Y lo que oigo me parece tan de ciencia-ficción que no
le doy ningún crédito. De cualquier manera, uno se debe a
sus lectores y no puede desperdiciar la ocasión para
preguntar si es cierto lo que sigue. Me dicen que hubo una
trifulca entre el director gerente del medio y el locutor
que nos narra que fulano se la pasa mengano y éste a
zutano... y otras amenidades por el estilo. La riña comenzó,
al parecer, porque el narrador llevaba glosador de su
interés mientras el gerente quería imponer el suyo. Y como
gerente y narrador no se pueden ver ni en pinturas, la
gresca tomó vuelos tan interesantes y constructivos como
para que la hubiésemos disfrutado en directo. Máxime cuando
el partido no se veía en nuestras pantallas. Por más que el
locutor nos hubiera dicho que él si lo estaba viendo en su
estudio. A mí me gustaría, la verdad sea dicha, que el
presidente del Consejo de Administración, Jaime Whannon,
saliera a la palestra para sacarnos de dudas en relación con
un asunto que ya es comentario generalizado. Y es que son ya
muchos los aficionados que están dudando de las razones que
les dieron para quedarse sin presenciar un partido decisivo
de su equipo. De modo que la pregunta está flotando en el
aire: ¿cortó alguien la señal...?
Miércoles. 30
Inmaculada Ramírez perdió los estribos conmigo cuando yo le
hacía mis preguntas a María Antonia Palomo, durante la
entrevista televisada de la campaña electoral autonómica. A
pesar de su poco recomendable comportamiento, entonces, a mí
me sigue cayendo bien esta señora. Y así se lo he demostrado
en varias ocasiones. Lo cual no es óbice para que le
recuerde que si no aprende pronto a polemizar su papel como
portavoz se va a convertir en un infierno para ella. Y a mí
me da mucha pena que se la tomen más a bromas que a veras en
todos los plenos. Mujer de estupenda formación, ha llegado a
la política con el convencimiento de que eso era bagaje
suficiente para enfrentarse a quienes han hecho de la
política profesión y tratan todos los días de aferrarse a
sus cargos con empecinamiento. Todo transcurre con
normalidad mientras lee su discurso, pero en cuanto entra en
el cuerpo a cuerpo parlamentario se queda a merced de la
chanza de sus adversarios políticos. Y a mí, la verdad sea
dicha, me disgusta enormemente verla como objeto de burla y
chacota por parte de los populares. La política, estimada
Inmaculada, debería estar hecha sólo para personas
preparadas, honradas, y dispuestas a servir a los demás con
la utilidad necesaria y los valores consiguientes. Pero,
desgraciadamente, es necesario acceder a ella con grandes
reservas de malaleche y la botarga repleta de cristales. De
lo contrario, como es su caso, la toman por el pito del
sereno. Por consiguiente, he aquí mi consejo: apúntese donde
sean capaces de instruirla, con la mayor brevedad, en el
arte de ser un demonio con faldas.
Jueves. 1
Celebrado el Día del Funcionario, el miércoles, tengo la
oportunidad de leer cuanto aconteció en los actos
programados por la Ciudad. De leer y de ver las diversas
fotografías con que la información viene ilustrada en El
Pueblo de Ceuta. Y hete aquí que mi sorpresa no tiene
límites cuando descubro una escena que, amén de permitirme
ver sonriendo a mi siempre estimada Mabel Deu, lo cual no es
moco de pavo, también se me viene a la vista como José Mata
le hace entrega de una placa a José Antonio Alarcón, como
recuerdo de sus veintitantos años como sindicalista en
Comisiones Obreras. Ay, Pepe... la vida. Ésta da tantas
vueltas que lo que ayer era negro y endemoniado, hoy aparece
tan agradable como para que Juan Vivas se ría de
satisfacción por ver hacer las paces a dos funcionarios que
se llevaban a matar. Lo cual me parece muy bien. Pues no es
justo que tú y Alarcón estuvieseis a cada paso dando
muestras de agresividad. A fin de cuentas, los dos
pertenecéis a la Casa Grande. Con lo que ello significa de
bienestar y por tanto de tranquilidad en muchos aspectos.
Vuestras risas, ante la fachada política que sirve de fondo
a vuestra reconciliación, son la mejor prueba de que Juan
Vivas es capaz, si se lo propone, de conseguir asimismo que
el irascible Manuel González Bolorino y Javier Navas, el
muchacho de los deportes en Radio Televisión Ceuta, se
besaran con algo más que fruición. Y es que Vivas...
Viernes. 2
En la plaza del Teniente Ruiz están las autoridades civiles
y militares. Paso por allí cuando acaba de terminar el acto
celebrado en honor del heroico personaje. Y la voz de Ángel
Gómez, superintendente de la Policía Local, reclama mi
presencia. Esta éste compartiendo conversación con José
Antonio Rodríguez, consejero de Gobernación. Y allá que nos
ponemos los tres a pegar la hebra. Y sale a relucir lo
ocurrido entre Manuel González Bolorino y el locutor de
Radio Televisión Ceuta, Javier Navas. Y coinciden conmigo en
la metedura de pata del gerente. Quien, en vista de su
experiencia, jamás debió cometer semejante error. Tampoco se
salva de las críticas el tal Navas. Y, por supuesto, fui yo
quien dejó claro que tampoco había estado Pedro Gordillo muy
acertado interviniendo en tamaño lío. Cuando llevábamos unos
minutos metidos en cháchara se unió a nosotros el presidente
de la Ciudad. Que tuvo palabras de elogios para Gómez. Por
cierto, éste deberá someterse otra vez a los rigores de la
carrera continua. Si no quiere que los kilos vayan haciendo
mella en su ya veterano cuerpo. La verdad es que entre
bromas y veras pasamos un rato agradable. Y yo aproveché el
momento para desearle a Juan Vivas buen viaje a tierras
jiennenses y que procurara deleitarse con la tan celebrada
carne de monte.
Sábado. 3
Llevo un tiempo en el cual me dejo ver poco por la calle.
Dos o tres días durante la semana me son suficientes para
darme un garbeo y acudir a mi cita en la tertulia
frecuentada por mí. Lo cual no quiere decir que mis paseos a
prima mañana hayan sido suprimidos. Aunque es bien cierto
que hora tan temprana está destinada a combatir la parte del
día que hago vida sedentaria. Hoy acudo a la tertulia y
durante un tiempo, la conversación transcurre acerca del
fútbol; y, casi exclusivamente, sobre el momento que vive el
Barsa. Y a mí me toca decir que este equipo ha enfermado de
eso que han dado en llamar tiquitaca. Una majadería que ha
hecho fortuna entre quienes se creen que el fútbol es un
deporte donde hay que jugar vestido de esmoquin. Otro
problema del fútbol español es ver cómo cada vez son más los
equipos que forman sus plantillas con muchos jugadores
bajitos. Lo cual es una enorme desventaja cuando se trata de
competir con conjuntos hechos bajo la ley del equilibrio y
donde priman los futbolistas fornidos, y que no tienen por
qué carecer de las habilidades exigibles. Bajitos, sí; mas
sólo los imprescindibles por su enorme talento. Aunque jamás
tendrían que ser alineados cuatro o cinco a la vez. Y lo
peor del asunto, es que Luis Aragonés está convencido de lo
contrario. No me extraña, pues, que todavía no haya perdido
vigencia el dicho de que el fútbol es un deporte inventado
por los ingleses y donde ganan casi siempre los alemanes.
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