Cuando una paloma muere, de entre
las plumas y de bajo las alas brotan los piojos y las pulgas
que, disgustados por la falta de calor, van en busca de
otros organismos vivos y latentes. Todo muy higiénico y
profundamente ecológico. Cosa fina la ecología, aunque, la
magia del reino animal se resquebraja de cierta manera si
has sido niña en el Rif profundo, despiojada a diario con el
peinecillo fino quita-liendres y espectadora impávida de,
como las palomas del pueblo se regocijaban en plan comilona
de Pantagruel y Gargantúa ante los vómitos de los borrachos,
manjar de dioses para las avecillas del cielo que picoteaban
los tropezones. ¿Qué mascullan dando arcadas de repugnancia?
¿Es que no tienen los estómagos equipados para temas
escatológicos gracias a las tripoteras de cadáveres
sanguinolientos del CSI?. Vale, pues rectifico. Porque si he
hilado estas palabras partiendo de palomas es porque, esos
pájaros infectos, con excepción de la Blanca Paloma de la
sagrada representación del ave del Espíritu Santo que son la
excepción que confirma la regla. El resto del palomerío son
ratas con alas, así que, en el fondo y en la forma voy a
referirme a roedores.
¿Qué si me dan asco también las ratas? Bueno, a mí en
absoluto, ni miedo ni asco, porque en mi Nador de mi alma
andaban por las calles, tan agustamente y solo las de
albañal saltaban a la cara a morder y daban enfermedades,
las otras, las de campo, eran inofensivas y agradecidas,
comían de nuestra mano y se dejaban coger de la cola,
acariciar y zarandear. Aunque lo teníamos prohibido. Allí,
en ese ex Protectorado de los cojones estaba prohibido hasta
respirar y con todo y con eso nunca me pudieron vacunar de
la tuberculosis porque me pinchaban la tuberculina y se
formaba una roncha que ocupaba medio antebrazo. Entonces
empezaban las radiografías de los pulmones, las dolorosas
banderillas cortesía de Patricio el practicante, las
excursiones a Ketama para respirar aire de la montaña , la
quina Santa Catalina traída de estraperlo de Melilla con su
huevo batido que era mejunje de mucho alimento y una especie
de protocolo cutre-sanitario que no era más que un aburrido
ritual que cumplir cada año. Vamos, que allí las condiciones
higiénico-sanitarias eran como para que vendiéramos salud.
¿Qué chismorrean con gesto de pope ortodoxo tras un aburrido
concierto de mandolinas? ¿Qué si quiero referirme al
escapismo de Zaplana tras confundir al PP con el Titanic?
Pues sí. ¡Que tío con más cara dura y más ventajista! ¡En
pelotas picadas que se ha quedado tras su paso por la
política! ¡No vean el puestazo que se ha pillado el chavó!
¡Igualito que nuestros cerebros privilegiados, maravillosos,
paridos por las universidades tras brillantes doctorados,
que andan quitándose el hambre a hostias y metidos a
mileuristas! Sí. Las ratas abandonan el barco que se va a
tomar por el culo y los lealísimos, fidelísimos y
pelotillerísimos de otros tiempos, aquellos que rindieron
pleitesía al gran zar Aznar en la época del nefasto
“cuaderno azul”, esos lameculos ilustres elegantemente
displicentes, políticamente correctos e intachables,
estirados como si les hubieran empalado metiéndoles la
célebre Pica de Flandes, que Dios tenga en su gloria, por el
trasero, esos hacen ¡fu! Como el felino y se largan echando
leches.
Y, encima, las leches, se transforman en puestazos de puta
madre, en puestazos de cagarse, en puestazos que podrían ser
desempeñados maravillosamente por uno de esos malparados
catedráticos, o por un mileurista que ¡cago en diez! Es
doctor en Economía y Empresariales y encima habla cinco
idiomas. Lealtad y fidelidad sin resquicios ni fisuras a
Dios y a España. ¿Qué si estoy de coña? No. El relativismo
nihilista me asquea. El oportunismo me resulta despreciable.
Decía el Zaplana que se iba a conformar con el sueldo de un
diputadillo, con las dietas y los kilometrajes y con
arrimarse a unas cuantas comisiones para redondear los avíos
del puchero. Y yo sabía que no. Poseo el pragmatismo del
caudillo Abdelkrim y se que, hoy por hoy, en nuestro
desolador panorama de valores, a carguillo se llega por
dedocracia tras un provechoso master en pelotillería y
trepaollismo, de ahí más vaselina y se llega a cargo y
luego, si eres señalado, no por méritos académicos, sino por
el dedo del lider del asunto, avezado en diseñar pelotillas
tras escarbarse la nariz y no precisamente ducho en el arte
de la dedocracia orgánica, si el fulano es señalado porque
le sale del cipote al mandamás, entonces el tipo ha
triunfado. Porque se pueden acabar las mieles ministeriales,
pero colocado te dejan, que siempre hay una Dirección
General para un descosido y eso de las amistades, los
contactos, las influencias y tan Pascual con “levantar el
canuto” “eso” vale más que méritos académicos, valores
humanos, excelencia, inteligencia, esfuerzo, voluntad y
sacrificio. ¿Qué llegar a esa conclusión asquerosa y
conformarse es puro relativismo nihilista? No. Es decir la
verdad, como cristiana convicta y confesa que soy. Y es
aspirar con fuerza los vientos que me llegan de la mar y
llenarme los pulmones y saber que, nosotros, los españoles,
nos crecemos ante las putadas y la injusticia. Aspirar,
expirar, decir “Dios y España” no con patrioterismo, sino
como verdad feliz y sentir y palpar la verdad absoluta de
que, en España, siempre vuelve a amanecer.
Como Dios manda. Y España obedece.Y es que, los del pueblo
del motín de Esquilache, Puerto Urraco, los tambores de
Calanda y el Camino del Rocío tenemos un arte que no se nos
puede aguantar.¡Ele!.
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