Decíamos ayer..., es decir, el 11
de noviembre de 2007, que Radio Televisión Ceuta se había
convertido en La casa de tócame Roque. Un lugar en el cual
hay mucha gente y existe un gran desorden.
Esta vez, Manuel González Bolorino, gerente de la
cosa, se ha aprovechado de la guasa manifiesta que atesora
el muchacho que narra los partidos de la Asociación
Deportiva Ceuta para ajustar cuentas pendientes con él. Le
tiene tanta hincha el gerente al tal Javier Navas,
que, cegado en la disputa, ha caído en la misma trampa que
él ha usado toda su vida como medio infalible de poner en
entredicho a sus adversarios: grabarles la reyerta.
El tal Navas, que ha crecido en las ondas a la vera de
Beatriz Palomo y también de Bolorino, ha aprendido lo
peor de éste. De ella, de Beatriz, no sé que se le habrá
pegado. Lo cierto es que el locutor se ha retratado cual
persona de la que hay que desconfiar. Puesto que ha
convertido el magnetofón en un colt justiciero. Mala cosa.
Ya que a partir de ahora nadie se fiará de él ni para
decirle que no sabe de fútbol ni una papa.
Lo de grabar la pelea mantenida con el gerente de RTVCE le
ha servido al comentarista para ganar un juicio de falta y
para que los sindicatos, cada uno por su cuenta y riesgo, le
hayan dicho a Bolorino que su actitud no debe repetirse
nunca más. Como si a éste le importara lo que digan los
sindicatos.
Lo que sí debe importarle al gerente de la televisión
pública es que se está haciendo viejo a pasos agigantados.
Viejo de la chaveta. Quede claro. Lo digo porque sabiendo
MGB que JN estaba esperándole, apoyado por parte del
personal que lo animaba a que se rebelara contra las órdenes
de quien es la mano derecha de Pedro Gordillo
actualmente, se fue derecho al bulto y se quedó con las
posaderas al aire.
No sé, y lo digo porque conozco al personaje, qué problemas
tendría González Bolorino para haber actuado como un
pardillo. Pues él, que presume a todas horas de quedarse con
el personal, de pronto se convirtió en un incauto y quedó
peor que la Chata de Cái. Unos dicen que iba alegre, muy
alegre; lo que no me extraña si estaba acompañado por
Pepe Jordán. Quien suele contagiar su optimismo a
quienes le frecuentan. Incluso es capaz de hacerlo con los
colegiados que suelen arbitrarles al primer equipo local.
Sería injusto no reconocerle a Pepe sus habilidades.
Menos mal que Gordillo estaba atento a cuanto ocurría y le
ha hecho a González Bolorino el quite del perdón. El
vicepresidente del Gobierno me ha recordado a El Platanito;
torero entre bufo y suicida; mientras Jaime Wahnnon
se quedaba, como es ya habitual en él, detrás del olivo.
Haciéndose el lipendi. Y es que el presidente del Consejo de
Administración de la televisión pública está, según venimos
viendo, para lo que está...
Resumiendo: que Javier Navas, el muchacho encargado de
decirnos que fulano le pasa el balón a mengano y éste a
zutano..., no ha aprendido todavía a obedecer las órdenes de
su gerente. Y luego, si no está conforme, que se vaya con la
grabadora al juzgado de guardia. Ya que nos ha demostrado
que lo hace mejor que sus deberes profesionales. Que el
gerente es un caso perdido. Porque padece el mal de
Rousseau. Una pena. Y que Juan Vivas, con más
autoridad que Gordillo, digo yo, ha de acabar con los muchos
líos que existen en La casa de tócame Roque: RTVCE.
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