La visita a la ciudad autónoma de
Ceuta de varios representates de la organización
conservacionista melillense Guelaya, vinculada como Septem
Nostra a la estructura estatal de Ecologistas en Acción,
sirvió ayer para volver a poner sobre la mesa uno de los
temas más importantes que tiene entre manos actualmente el
Gobierno autonómico: qué hacer con las basuras que se
producen en Ceuta durante los próximos años.
Aunque hasta la fecha la Consejería competente no se ha
pronunciado definitivamente al respecto, Bel fue clara el
lunes desechando la posibilidad de apostar por una planta de
compostaje, pero también la de levantar una incineradora
pura y dura. Seguramente entre ambas posturas estará la
virtud, aunque el área que dirige sigue adoleciendo de una
errática política concienciadora entre la ciudadanía, de
quien depende más que de nadie el que se establezca una
eficaz política de gestión de residuos.
Todo el mundo coincide en que esta política pasa a día de
hoy por dos términos: reducir y tratar, y tanto en el
primero como en las fases iniciales del segundo la
colaboración ciudadana es fundamental. Hay que reducir en
origen la producción de residuos, con eficacia y ahorro
económico si es posible, favorecer la investigación y la
implantación de políticas de este tipo en las empresas,
reduciendo sus impuestos, ayudándoles económicamente o con
las medidas que se consideren más oportunas, pero también la
sociedad tiene que saber comprar productos que generen menos
residuos y tirar sólo aquello que ya no sirve para nada.
Después, obviamente, hay que tratar adecuadamente los
residuos producidos, pero antes se debe impulsar el
reciclaje con campañas de sensibilización que tanto éxito
han tenido en muchas comunidades. Hay muchos lugares en los
que se ha reducido más del 40% el volumen de las basuras
generadas y eso serían muchos viajes y humo menos para esta
ciudad.
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