Las únicas oportunidades para
matar el tiempo, en nuestra ciudad, de manera cotidiana
están en pasear, tapear y ver la tele. De manera puntual
existen actividades con las que se mata el tiempo de manera
amena o no, pero que en resumen resulta ser una ciudad
tranquila y aburrida. No me digan que no.
Sólo dos series me llaman la atención para sentarme ante la
pantalla del televisor: CSI y House. El resto, salvo
películas muy buenas, son patochadas con las que se ganan el
sueldo un montón de gente pero que aburren soberanamente. Me
identifico con dos personajes: Gil y House, como cuando de
pequeño me identificaba con el Capitán Trueno o el Zorro…
ahora me identifico también con un espiado porque noto que
cada día andan fisgando en mi PC personal en un continúo
ataque contra mi intimidad.
Sean quienes sean los que fisgan en las interioridades de mi
PC no encontrarán absolutamente nada, salvo si tienen
aviesas intenciones de fastidiarme el disco duro. Si las
leyes castigan a los “hackers”, deben incluir a TODOS LOS
HACKERS sin excepción, se llamen como se llamen o tengan la
condición que tengan.
El derecho a la intimidad de las personas es sagrado y sólo
puede ser invadido cuando existen conceptos extremadamente
graves y probados en realización con actividades delictivas.
No basta con meras sospechas ni figuraciones de apariencias.
Lo que están haciendo, eso de meterse de lleno en las
interioridades de un PC, es exactamente igual que intervenir
el correo abriendo las cartas y metiendo las narices en la
vida de uno. Prácticas habituales de un Estado policial.
Como sabemos, la creación de Internet conlleva la condición
de estar fichado “in eternum” por los organismos de
seguridad de los todos los estados… para eso fue creado
primariamente, para controlarnos permanentemente. Lo mismo
que los celulares, verdaderos GPS que nos ubican allá donde
estemos.
El concepto de intimidad no existe en la realidad. Es el
propio Estado el que quebranta la propia Constitución con el
control absoluto de todos los ciudadanos, residentes o de
paso, en el país. Hasta saben el número de polvos que
soltamos. Si no, que me digan algo sobre estadísticas
oficiales.
De vez en cuando la pantalla del monitor lanza un destello
de advertencia. Ese destello está íntimamente ligado con la
manipulación de mi PC por manos extrañas y gracias al mismo
sé cuándo han entrado y cuando han salido… gajes de tener
conexión abierta en la que las compañías telefónicas que
prestan esos servicios están completamente implicadas en el
desarrollo del delito tipificado por la Constitución y el
Código Civil.
Como quiera que no tengo absolutamente nada que temer, sería
lógico advertir a quienes se introducen en mi herramienta de
trabajo que tengan un poco, siquiera, de consideración y
respeten las reglas de la democracia y de la libertad.
Por otro lado, el espionaje industrial está vigente aún.
Pese a las innovaciones en seguridad que las empresas
implantan en sus sistemas informáticos, siempre están
expuestas a la investigación sistemática de los hackers… es
la propia empresa la que abre la puerta a esas intromisiones
ilegales aunque tengan visos de ser legales, que no lo son,
al abrir a su vez una puerta para controlar a sus empleados
a través del teclado y de la pantalla. Al tener abiertas
todas las puertas para espiar, dan opción en bandeja de
plata a los hackers. No digamos de quienes odian a quién
dentro de la misma empresa, con endosarle a su enemigo
ciertas pautas, lo comprometen de por vida ante los ojos de
sus superiores. Ese es uno de los peligros de la información
controlada.
Ya encuentro espías hasta en la sopa, y no es mera sugestión
sino una realidad como una catedral. No padezco ninguna
clase de paranoia que me haga creer cosas que no existen
porque existen de verdad. Día llegará en que salga a la luz
todo el entramado y más de uno se va a quedar con la boca
abierta para siempre. Del susto, que no del asombro.
El telurismo estatal es potente, sin declarar realmente para
qué por cuanto los delincuentes o sospechosos de ser
delincuentes están más o menos controlados… sabiendo como
saben que muchos de ellos no utilizan Internet para sus
fechorías, simplemente porque carecen absolutamente de
estudios para ello, siquiera para leer. ¿Piensan Vds. que
por tener una estampa de Mahoma es perjuro ante el
cristianismo y blasfemo mortal ante los árabes? Aparte de
que Mahoma no existe en estampas, es una patología
desesperante el control que se ejerce sobre los ciudadanos.
Digo yo.
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