No solo, naturalmente, en el país
vecino. Como es público y notorio, tradicionalmente esta
emblemática fecha ha sido el icono reivindicativo para los
trabajadores de todo el mundo aunque, en lo que a Marruecos
se refiere, los sindicatos prometen un día “caliente”. Un
indicio de lo que se avecina fue la espectacular y sonada
dimisión, anunciada el 19 de abril durante el congreso de la
CDT (Confederación Democrática del Trabajo) por su número
uno, Noumir Amaoui, de la retirada de sus nueve
representantes en la Cámara de Consejeros (algo así como
nuestro Senado para entendernos, de hecho la Segunda Cámara
del Parlamento) en Rabat. Khalid Alami, sindicalista y jefe
de filas del grupo dimisionario, se explica: “no podemos
cerrar los ojos ante las continuas manifestaciones de
diplomados en paro ante las puertas del Parlamento”. Quizás
esta extrema medida de fuerza inspirara al parlamentario
Benkirán, histórica figura tanto del islamismo marroquí como
dentro de las filas del PJD (Partido de la Justicia y el
Desarrollo), para animar a sus compañeros de fila a repetir
la jugada, algo que fue desestimado por el moderado
secretario general del partido, Saâd El Othmani, pero cuyo
cartucho ahí queda en la recámara por si fuera necesario
percutirlo, mientras el 21 de abril y en declaraciones a “Le
Soir” el ambicioso secretario general de la juventud del PJD,
Abdelaziz Rabbah, confirmaba un secreto a voces: las
relaciones de los islamistas moderados con el Makhzén y
hasta con el mismo soberano Alauí, Mohamed VI, no pasan
precisamente por sus mejores momentos. Chungo.
Las calles de Marruecos viven un ambiente tenso, con las
cinco principales centrales sindicales del país (UGTM, UNTM,
CDT, UMT y FDT) tachando las medidas de choque adoptadas por
el devaluado gobierno de Abbas El Fassi, después de tres
rondas de negociaciones, de “ridículas” e “insuficientes”.
El salario mínimo actual es de 1.870 dirhams y 600 dirhamns
la pensión de retiro; los sindicatos exigen una subida,
respectivamente, a los 3.000 y los 2.000 dirhams (les ayudo:
1 euro ronda los 11 dirham). Tímidamente, los marroquíes de
cierta edad recuerdan los sucesos del 20 de junio de 1981,
16 de diciembre de 1990 y 5 de julio de 1995, mientras en
Tetuán siguen frescos en la memoria los durísimos
enfrentamientos (hay familias que aun no saben el destino de
sus desaparecidos…) del 11 de enero de 1.984 entre los
manifestantes y las “Fuerzas Auxiliares”, los militarizados
efectivos integrados en el ministerio del Interior y a cuyo
frente figura, actualmente, el cuestionado y veterano
general Hamido Laânagri. Sin duda el contexto político ha
cambiado sensiblemente (el Marruecos en transición
democrática del joven rey Mohamed VI no es la satrapía de su
padre, el autoritario Hassan II), pero la situación social
no solo ha empeorado, sino que está tocando fondo: el precio
de productos alimentarios básicos como el trigo ha aumentado
un 45,4º y el aceite ha subido en seis meses hasta un 50%.
Vivo como saben en Marruecos y aun no sé como miles y miles
de familias logran llegar a fin de mes con un ridículo
salario mínimo. ¡Pobre país!. Los ricos son, cada día, más
neciamente ricos mientras las masas de pobreza no dejan de
aumentar. Mal fario.
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