El Debate del Estado de la Ciudad
ha puesto de manifiesto lo que uno ya tenía asumido: que con
semejante oposición Juan Vivas seguirá siendo presidente de
por vida. Si a él le apetece. Porque Mohamed Alí e
Inmaculada Ramírez siguen sin dar la talla. El primero
es muy lento de reflejos y carece de la intuición necesaria
para evitar el no meterse en todos los jardines que se
encuentra a su paso. Meteduras de pata que en momentos
concretos acabarán por pasarle factura.
Ella, la portavoz socialista, no sabe polemizar. De modo que
en cuanto deja de leer su discurso es presa fácil de sus
oponentes. Quienes ponen todo su empeño en ridiculizarla.
Haciendo chanzas de una mujer que no está acostumbrada a
fajarse en la discusión. Y, además de pasarlo fatal, causa
una pobre impresión entre quienes la observan por
televisión.
Los verdaderos enemigos del presidente de la Ciudad no están
en la oposición. Dado que ésta carece de altura política
suficiente para convertirse en quebradero de cabeza de un
Juan Vivas que sólo necesita echar mano de los recursos
de andar por casa para mantenerla a raya. Los enemigos los
tiene en su propio partido y, concretamente, entre sus
compañeros de Gobierno.
Por tal motivo, no es extraño el que Alí se haya permitido
hablar en nombre de un empresario local sobre la concesión a
Intereconomía de una TDT. Pues bien sabe él que existen
divisiones al respecto entre gobernantes. No obstante, con
su denuncia, amén de no ganar nada se está exponiendo a
perder parte de la ayuda que bien sabe le están prestando
personas que no cesan de hacerle el artículo diariamente. Y
esa actitud, insisto, es prueba evidente de que está
tardando mucho en alcanzar la madurez política de quien
desea ser algo más que un aventajado opositor a un hombre
que gana elecciones por mayorías absolutas.
Dicho lo dicho ya de los opositores, es conveniente
recordarle a Pedro Gordillo que, cuando dos personas
deciden unir sus fuerzas para soportar estoicamente los
momentos difíciles de la empresa que han asumido, ambos han
de contar con la lucidez suficiente para no caer en
peligrosas dudas y, mucho menos, ofrecerles a los
adversarios la posibilidad de airearlas en sus medios.
Es verdad que Juan Vivas ha cambiado bastante. Un cambio que
principió a generarse desde hace ya un tiempo. Y que puede
haberse producido por el asesoramiento de varias personas
que consiguieron ganarse su voluntad en los últimos dos o
tres años. Personas que vienen influyendo decisivamente en
las decisiones tomadas por el presidente. Aunque yo todavía
me resisto a creer que tales asesores manejen a Vivas como
el viento maneja a la flor del vilano. Ya que éste jamás
confió en nadie. Salvo en su familia.
Conque, a pesar de que la oposición sea endeble, y que los
ciudadanos se sigan bebiendo los vientos por él, Vivas
tendría que prestar mucha más atención al comportamiento de
los miembros del Gobierno que preside. Puesto que corre el
rumor, más que insistente, de que algunos están lanzando
malévolas acusaciones a los cuatro vientos. Con el fin de
ayudar a la causa de quien sigue empeñado en hacerse con una
televisión digital terrestre.
De modo que Gordillo y Vivas harían muy bien en no dejar
caer lo aquí dicho en saco roto. Y cortar de raíz lo que se
está fraguando.
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